Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Ya es primavera

30/03/2023

Marzo inició su andadura de viento y nubes caprichosas, de agua tímida que juega a Guadiana en charcos, y no se queda con nosotros en el lugar debido y beneficioso para oficios y menesteres que nos despierten del largo invierno y sean preparación de sementeras. Ocurre que, este mes, la primavera llegó puntual a su cita y no sé cómo, aunque en realidad, sí lo sé, vosotras dos, habéis vuelto junto a las palabras: amiga, cariño, dulzura y soledad compartida; promesas de visitas -hospital y residencia- menudas y frecuentes, nunca cumplidas de pleno, se elevan hasta el cielo haciéndose invisibles y solo me pertenecen cuando cierro los ojos y acerco a mi pensamiento vuestra imagen cálida y apacible, pero ya silenciosa. Busco recordaros cuando, en esta primavera de 2023, vuestro rostro, apenas luz mañanera, y un hilo de misterio, me une a vosotras en ese largo, generoso, camino que dejó en mi corazón vuestra bondad.
Podría cantar, amiga Begoña, la ilusión que nacía entre las hojas limpias de papel y el lápiz que mordías -concentrada- hasta hacerse poema o cuento, susurro apenas, tímido, recatado, temeroso de que alguien cortase su vuelo de ángel recién nacido. Corrías hacia el ordenador y lo guardabas en alguna de tus múltiples carpetas: comentario, carta, cuento, poema, presentaciones. Luego, a los pocos días, quiero que leas lo último que escribí a ver qué te parece. Sí. Lo hacía encantada y te dije: sigue adelante. Lo hiciste. Pero la vida no fue buena contigo y 'temprano madrugó la madrugada' ¡Ah! ¡Cómo te recuerdo, amiga!
Díme amiga Cres, ¿dónde quedó el hilo de tu voz gastado en alegrar el alma de tus niños? ¿Qué dioses borraron la sonrisa de tu rostro? ¿En qué lugar se esconde la tibieza de tus manos que descansan en tu falda como si ya no les quedase otra misión que cumplir sino el obligado reposo? Es marzo. Pronto los pájaros del alba volverán a cantar en la ventana de tu habitación. Y sonreirás, soñando, que alguno de tus alumnos erró el rumbo y se hizo mínimo cuerpecito que solo sabe de canciones y vino a verte. Tus cuentos, Cres, y tus poemas, hermosos como atardeceres henchidos de misterio y nomeolvides de ternura. Cogeré, entre las mías, tus manos para darles calor, mientras noto que tu corazón late tranquilo.