A lo largo de la historia hemos conocido como se encasillaba o agrupaba a determinadas personas o grupos sociales, generalmente escritores o poetas, que dejaban una huella imborrable en su época. Así, por cultura general,  nos suena la generación del 98, la del 27 o la del 36. Desde entonces, y tras cambios profundos en el contexto histórico de cada país, bien sean tecnológicos, económicos o sociales, han ido surgiendo otras nuevas y variadas generaciones en la sociedad que se establecen, prioritariamente, según la forma de ver la gente el mundo que le rodea. Los nombres que las definen tampoco se implantan de forma unificada. Más bien, se suelen adoptar estos según el éxito y consenso que tengan, prevaleciendo sobre los estrictamente científicos. Un corte generacional se suele hacer cada quince o veinte años, pero no es igual en todos los países ya que está en función de su desarrollo histórico. La generación que más características en común ha tenido en todo el mundo, tal vez por el efecto de la globalización y la mayor utilización de las redes sociales, son los Millennials, o Generación Y, que sigue a la Generación X, y que parece que comienza en la primera década de los años ochenta. Una cosa positiva, y que no se ha visto en el resto, es que vino acompañada de una alta tasa de natalidad. Después vendría la Generación Z donde la digitalización y los medios telemáticos van aumentando para culminar en la generación Alfa, nacidos en 2010, y de los que se podría decir que son 100 % digitales. Si analizamos más profundamente la evolución de las mismas, podríamos darnos cuenta que, cada vez más, son generaciones más volátiles, inciertas, complejas y ambiguas, sin valores sólidos en los que basar su existencia, algo que ha quedado patente en la pandemia.