Víctor Corcoba

Algo más que palabras

Víctor Corcoba


Interrogarse

19/10/2021

La humanidad tiene que interrogarse, tanto en su conjunto, como cada cual consigo mismo. Nunca es tarde para hacerlo. Necesitamos que germinen flamantes horizontes, para estimular otros aires más saludables, ofreciendo lozanas visiones vivenciales. Lo prioritario es suscitar esa pasión por vivir unidos, a través de una perspectiva reconciliadora, que es el modo de curar heridas, de vivificar sueños tejiendo sanas relaciones entre todos, globalizando ese mundo que ya está, pero que necesita hacerlo de corazón a corazón, cuando menos para hermanarse y activar, de este modo, el vínculo de la familia humana. Que retorne a nosotros la esperanza, en nuestro constante caminar, es tan vital como imprescindible. 
Bajo esta exploración conjunta, tenemos que asegurar nuestro bien colectivo. La compasión debe gobernar nuestros andares; para ello, tenemos que despojarnos de todos los vicios, para que nazca la semilla de la concordia. Tenemos que decir no, y un ¡no! bien rotundo, a esta forma de vivir necia, desbordada por el talante de la hipocresía, que realmente nos está ahogando en sus miserias. Es injusto acostumbrarnos a este mal, volvernos perversos e inhumanos a más no poder. Hay que enmendarse, tomar nacientes alientos, respirar nuevos silabarios y renacer con otro ánimo más esperanzador, que ilumine las mentes, pero también el alma, para adquirir fuerza en esa mítica batalla por el cambio.
Tenemos que salir de esta atmósfera destructiva. Hagamos memoria. Repensemos y repongamos un poder más constructor. Desaparezcan todas las armas del mundo. Las tensiones y los peligros que nos circundan se resuelven a través del diálogo, no hay otra manera de hacerlo. Negociemos, como seres pensantes que somos, un itinerario más equitativo y solidario, caminando juntos y juntos reflexionando. Así es como se avanza en el buen camino. Solamente un espíritu libre que se subyuga a lo auténtico produce a su vereda, el florecimiento del verso y la palabra. La verdad siempre reverdece en la bondad, que es por sí misma un acto de tranquilidad. Ahí radica la ley suprema, el amparo del pueblo; ya que compartida la carga, todo se vuelve más llevadero y gozoso.