Toyi Marcos Sosa

Desde mi ventana

Toyi Marcos Sosa


Nepotismo ahogante

11/10/2020

Ningún líder político llega para regenerar por mucho predicamento que le haya echado, sino para incrementar patrimonio propio al tiempo que con hechos señalados por algunos medios de comunicación, la presencia de familiares y próximos colaboradores de partidos gobernantes es cada vez más cuantiosa. El nepotista nace cuando opta por candidatos afines con un trato de favor a los que entrega sabrosos empleos públicos sin que den un palo al agua y olvida al  ciudadano. Y por el poder, la pasta y la casta que tanto han criticado, también buscará cercanía positiva en el club de poderosos y ricos y así, la enorme industria política, se dice, que gasta unos 25.000 millones de euros año. 
El nepotismo en román paladino, es lo que llaman favoritismo, privilegio, enchufe, etc. y es el mismo, que manda al garete a la democracia más celebrada. Y eso es perverso ya que va ligado a la corrupción lo cual posibilita la «captura del Estado» por provechos privados.   Y está ahí, se ve y siente el abandono del Estado, pues no importa que millones de ciudadanos se conviertan en siervos sometidos como en épocas pretéritas que hurgan, hoy en  contenedores, e imploren comida en los cientos de comedores sociales  que buenamente aparecen para ayudar. Días pasados, alguien de Podemos tal vez influenciados por su jefe, pedía no comer carne los lunes ya que, había dicho: «El Gobierno puede pedir sacrificios particulares por el interés general».    
El nepotismo es una tiranía sutil y ahogante que satisface a razones poderosas,  especialmente en gobernantes ancianos, pero cuando se evidencia que hoy también satisface a jóvenes, inquieta. La estructura del Estado la quieren arcaica para gozar de un poder feudal e indiscutible donde todo quede en casa. Por ej.: presidenta del Congreso, pareja ministro de Justicia; vicepresidente segundo de ministra de Igualdad; mujer del presidente con un salario, dicen, clasificado como secreto de Estado, etc. Un signo más del endurecimiento de la vieja escuela donde Jauja es solo para unos pocos por esa avanzadilla de cierta juventud y, no es ninguna ingenuidad. 
De paradoja también vive la política.