A quienes no ven salida, o solo ven solución en la pelona, para esta España rasgada por el Covid, por los sucesivos engaños que han servido al estado como zanahoria al burro que camina tras ella, que le mantiene andando con la falsa ilusión de alcanzarla, hemos de plantearles la única y esperanzadora solución, el mosaico.
El mosaico es encontrar un espacio de reunión común, que respete la personalidad de las teselas o baldosas, sus colores y peculiaridades, un lugar de encuentro. Debemos buscar ese espacio presidido por la razón de ser una España unida, progresando.
A Sánchez le ha ido fatal en Cataluña. Tras abandonar la pretendida idea de una España federalista por la caducidad de su modelo, no ha podido construir con los políticos manfloros Iceta-Illa e Izquierda Republicana de Cataluña un gobierno Frankestein, le ha faltado la coyunda con Waterloo, el huido Puigdemon. Sánchez quería hacer un frente de constitución distinta a la española, diseñado por acuerdo entre las fuerzas vivas catalanas y el gobierno, para una Cataluña que es de pocos catalanes. El intento ha sido inválido.
Por eso Sánchez, buscando presencia social, acomete desde Senegal contra Ayuso, con crítica medida, para apoyar un gobierno descafeinado del soso; aún seguro de perder.
España necesita un gobierno que genere ilusión, que hable de satisfacción en vez de eutanasia, de la presencia de la muerte cuyo blasón conduce el doctor muerte de Bacigalupo. Ahora el pueblo lo comenta en directo, necesitábamos un plan contra la pandemia en vez de la ley de la eutanasia. Queremos ser felices y quitar del medio a los políticos como la tercera vicepresidenta Yolanda Díaz, quien nos dice que, aunque se haya ido Iglesias el de los cuatro mil euros, no pensemos que vamos a estar tranquilos. Mire usted señora, si no vamos a estar tranquilos y es usted quien aporta infelicidad váyase, no la necesitamos. 
Por eso ha hecho bien Casado echando un cabo a los socialistas constitucionalistas. Queremos estar con vosotros, arreglaremos las diferencias y suprimiremos distancias para formar un espacio único, un espacio de la razón, el mosaico.