Editorial

Toda ayuda de la Unión Europea es poca para renunciar a una parte

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Después de cacarear y airear los manidos 140.000 millones de euros de la Unión Europea como antídoto a las no pocas secuelas económicas derivadas de la pandemia, España se piensa solicitar en el corto plazo los 70.000 millones vía préstamo. De momento, la ministra de Economía, Nadia Calviño, confesó ayer que hay tiempo suficiente para recurrir a esa financiación de la UE. Sí urge solicitar los 72.000 millones a fondo perdido que aliviarían las arcas y no computarán en el déficit, cuestión de la renuncia a los préstamos. Por más que esté justificado desde el punto de vista de no incrementar la ya abultada deuda pública, no es el mejor de los mensajes para trasladar en estos momentos a Bruselas. Portugal, Italia y Francia están barajando la misma estrategia a la vista de que los bajísimos intereses que ofrece el Banco Central Europeo (BCE) en estos momentos y que incluso están permitiendo que los bonos del Tesoro español emitidos esta semana sean negativos, es decir, que cobra por endeudarse.

Otra de las dudas que el Ministerio arrastra, incluso en la aplicación de los fondos estructurales, es la poca capacidad administrativa, empresarial y burocrática para atraer proyectos con cargo a estas transferencias. Esta ingente cantidad se transforma en un problema a la hora de gestionar y distribuir préstamos que compromete la estabilidad financiera. Una de las preocupaciones del Gobierno es la condicionalidad del desfase entre gastos e ingresos que acarrearía un sometimiento de las autoridades europeas en forma de recortes del gasto público, algo a lo que los socios de Sánchez ya han mostrado su negativa.

Este doble juego de festejar lluvia de millones como si fuera el maná a todos los problemas para después apearse a la primera de cambio no ayuda a trasladar mensajes de confianza y mucho menos en la situación que atraviesa España, que es vista por medios extranjeros como el próximo ‘enfermo’ económico del continente. Sin haber desgranado el presupuesto y a la espera de la tramitación parlamentaria, los empresarios advierten de que cualquier ayuda va a ser insuficiente ante la prolongación de la crisis sanitaria, en especial a todos los sectores relacionados con el turismo y la hostelería.

Por tanto, es más edificante encarar este tipo de planificaciones financieras con la complicidad de la iniciativa privada con proyectos encima de la mesa, aunque sea a cuenta de créditos a devolver, que optar por parecer una economía subvencionada y pedigu?eña. Esto no hace sino incrementar el desafecto de los países frugales ante decisiones de preferir el dinero fácil al comprometido con los cambios de modelo de producción