Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


Espuma        

26/09/2020

Nos olvidamos del Covid un poquito…? Es que ayer me se vinieron a la cabeza aquellas fiestas de la espuma de la discoteca Cárabel. Qué tiempos… en los que todos los bares estaban a rebosar jueves, viernes, sábado y domingo. Había para todos, y más.
Porque tuve la fortuna de vivir la EGB, de jugar en el patio del colegio hasta que no nos quedaba más remedio que intuir si los triples habían entrado cuando el sol nos dejaba al cuidado de la luna y los focos estaban apagados, y teníamos que emplazar a su amiga para que ella viniera a la salida de las clases y poder verla con la mirada agachada y los pómulos enrojecidos por el rubor. Ese tiempo en el que pinchaban lentos en aquella discoteca y sólo tocar una espalda, que imaginábamos culete en nuestros sueños, nos bastaba para sonreír toda la semana con cara de bobalicón.
Y no sigo hablando de los 80 y los 90 porque daría para un par de aquellas enormes espasascalpe de esas que todavía adornan las estanterías de algún salón y que ahora se han quedado diminutas a golpe de un clic en el celular.
Casi me ahogo en una de aquellas fiestas de la espuma. Se me metió por la nariz, la boca con sabor a jabón y no arrancaba a toser… y lo pasé mal. 
Lo extraño es que me ha ocurrido lo mismo, y a metro y medio de distancia, como mandan los cánones actuales, cuando, el otro día, mi bien amada, querida y alabada cuñada pidió un bitter-kas en una terraza. Ese vertido a topper en vertical, sin cuidado alguno… falto de toda delicadeza, carente de cualquier cariño, desprovisto del más mínimo gesto de ternura, elevó unas burbujas espumosas hasta el nivel de los cúmulo-nimbos que paseaban sobre nuestras coronillas.
Porque los modernos nos hemos hartado de predicar que la moderna tónica de nuestros modernos gin tonics hay que servirla muy despacito, con mucha dulzura… hasta con una cucharita muy larga… muy rara… enorme… por eso del carbónico... y que no sé nos quede como el pis mañanero. 
Pero lo cierto es que esto es tan antiguo como la barra más antigua del más antiguo bar.Todo refresco con gas debe ser servido con el mismo mimo con el que le das un beso a tu bebé recién nacido cuando llegas a casa después de un largo día de trabajo.
Hasta el kas de naranja en dos vasos para el nieto y la abuela que se sientan en una de las terracitas del Parque del Salón de Isabel II.
Despacito.