Carmen Quintanilla Buey

Otra mirada

Carmen Quintanilla Buey


Por la senda nueva

14/01/2023

El año se largó con viento fresco. Se ha despedido con un portazo y diciendo: ¡hasta nunqui!. Ha emprendido una senda a su aire, pero no daba traspiés aunque se le notaba titubeante y no queriendo girar la cabeza para no encontrarse con la mirada de los que nos deja aquí. Es que según cuentan, es un sentimental y por eso no habrá querido hurgar en las andadas. Bueno, majo, pues métenos en el baúl de los recuerdos, que para llantinas y emociones ya tenemos casi doce meses por delante, pero tienes que reconocer que después de recibirte con tamborileros, villancicos, turrones y mazapanes, y de despedirte con uvas y brindis, nos dejas el recuerdo que dejan esos invitados que se cuelan en las casas, los anfitriones les ceden la mejor cama, el mejor sillón, se les sirve el primero en los menús y se despiden dejando un rastro tan nefasto, han machacado tanto la parte negativa, que el último portazo suyo, el de despedida, sabe al adiós sosegado que encuentra la calma tras la tempestad. Pero a la vez, es un hecho, que si hace unos tres años que comenzaron los desequilibrios físicos y emocionales, tanto que todos los días brotaron lágrimas a chorros... hasta aquí hemos llegado, tras la marejada que se presta al refrán de Dios, aprieta pero no ahoga. Sobre todo, cantaremos victoria, los que tras cruzar el charco hemos alcanzado la orilla en la que se vislumbran sendas despejadas, que aunque de momento están desiertas y a la expectativa, con el sol de primavera, espero y deseo que se llenen de brotecillos nuevos y pujantes, y se cuajen de florecillas siemprevivas. Y si el lechacillo que asó la abuelita en su pueblo y en su lumbre de leña, nos supo a gloria, tanto que se quedó reducido a requetechupeados huesecillos, tengamos la confianza, y la esperanza, de que en el año presente, asará otro, que nos sabrá de rechupete, entre otras cosas porque seguimos teniendo lechacillo y abuelita. Ojalá que el optimismo, la esperanza y la alegría reine entre todos en el presente, porque si seguimos redundando en el pasado, será como mear fuera del tiesto. Vamos a aceptar con optimismo que somos payasitos de quita y pon, y que no nos queda más remedio que ponernos la capa según venga el aire y bailar al son que nos tocan. Feliz año 2023, y ojalá que no nos falte el pan y la sal. Aunque yo, sinceramente, prefiero el azúcar.

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