Javier Villán

Javier Villán


Saldaña y Carrión de los Condes

18/01/2021

Mi primer artículo, de los cerca de siete mil publicados en El Mundo (toros y teatro)  y en distintos medios a lo largo de mi vida, fue en El Diario Palentino/El Día de Palencia, recién salido del Seminario.  Y a mis padres, la señá Rosario y el señor Francisco,  les pareció que su hijo, o sea yo, había alcanzado las altas cumbres para  las que le creían destinado.  Fue sobre un bar que había en Saldaña, bien surtido y sin camareros. Era autoservicio y cada cual dejaba en la caja el dinero que creía justo y necesario. Todos confiaban en todos.  No recuerdo quién regentaba aquel bar ni quién administraba los beneficios, pero me pareció un modelo de relación solidaria en una sociedad que yo percibía desequilibrada e inarmónica. Los de Saldaña de entonces creían en los hombres y en su justicia. Y supongo que los de ahora también.
Saldaña comparte con Carrión de los Condes un protagonismo histórico inexcusable y  aún superior. Como asentamiento de los romanos de lo cual, en sus alrededores, quedan abundantes muestras, la villa romana, por ejemplo,  la villa de Pedrosa de Olmeda que conserva la estructura calefactora de los romanos, y unos mosaicos primorosos y perfectos. Y sobre todo, hay que recordar Saldaña como condado, que dio origen a la independencia de Castilla del Reino de León. O algo así. Tengo que releer a Julio Valdeón que, creo, es quien más sabe de estas cosas. O sea que la hoy considerada centralista Castilla fue, en tiempos, independentista. Eso por no hablar de los Comuneros de Castilla, Padilla, Bravo y Maldonado que se enfrentaron al emperador alemán, Carlos V, en Villalar. 
En Saldaña se sitúa la primera corrida de toros a caballo,  documentada  en 1128, en el transcurso de unas bodas reales, a las cuales podría aplicarse el romance célebre, «si grandes fueron las bodas, mayores las tornabodas» romanceado en no sé qué celebre ocasión matrimonial. 
No sé si persiste la rivalidad provincial con Carrión de los Condes, del que dista 20 kilómetros. Pero es cierto que lo que da a Saldaña su romanidad, a Carrión se lo da el Camino de Santiago del cual es enclave fundamental. Supongo que esas cosas ya son historia y que cada uno forma parte de la llamada España vaciada que los castellanos fuimos dejando atrás para emigrar a las grandes ciudades. En mi pueblo, Torre de los Molinos, cuando un desplazamiento o un asunto se complica innecesariamente  dicen, «a Carrión por Saldaña». O sea, un rodeo  inexplicable para llegar a un mismo sitio o a una misma conclusión. Carrión dista apenas seis kilómetros  de Torre de los Molinos y Saldaña, hacia el norte,  unos veintidós o veintitrés. El pragmatismo del lenguaje popular es, a la vez, muy imaginativo. 
Y ese lenguaje, del cual Palencia y  Valladolid son depositarios principales, es el que hay que preservar, como recomienda la Asociación CUIDEMOS EL LENGUAJE. A escasos metros de mi despacho conservo un aguamanil, una de las más bellas palabras de nuestro idioma. El mundo, ciertamente, ha nacido para ser nombrado.