Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


No todo cambia

08/07/2020

Todo cambia tan rápido que es difícil aventurar hasta cómo acabarán estas mismas líneas. Por si acaso, yo que usted, seguiría leyendo hasta el final. Ahora tosemos en el codo, miramos de reojo a quienes no portan correctamente la mascarilla, pagamos con tarjeta el pan o el periódico y vamos por la calle con embozo temerosos del prójimo. Pero no todo ha cambiado: continuamos confinados en nuestra propia piel, con la mirada cortoplacista, como hecha de metacrilato, y pendientes sólo de lo nuestro. Somos, ¡lástima!, una sociedad un pelín hipócrita, donde se apela a la solidaridad y a la colaboración con demasiada gratuidad, como si ambas cuestiones fueran una moda pasajera o, peor aún, como si fueran la seña de identidad con la que mostrarnos ante los demás. Todo muy naif y tedioso.
Como la memoria es frágil, pronto ponemos rumbo a nuestra particular Ítaca sin importarnos el de al lado; y adiós, porque si no, nos perdemos el pedacito de playa y, ¡oiga!, que la vida sigue. Aunque no para todos, querido amigo. Qué pronto arrinconamos la desgracia ajena y, sobre todo, a sus víctimas. 
En el ecuador del confinamiento leí una entrevista realizada a Guillermo Fernández Vara que aún guardo. Decía el presidente extremeño que lo normal sería que, tras la pandemia, ningún político repitiera en el cargo, dando paso a savia nueva. Quizá esa declaración fuera solo fruto del agobio del momento. ¿Ustedes qué piensan? También leo atónito afirmaciones donde se generaliza con asombrosa ineptitud sobre la supuesta ‘buena vida’ de los funcionarios públicos. Pues, ¡hombre!, habrá de todo, como en botica. Pero la mayoría de los servidores públicos, y conozco a muchos, son personas comprometidas y grandes profesionales. Vamos, que lo de aburrirse o tener tiempo para leer el periódico es un bulo como tantos otros que escucho en un territorio dado al contrapeso, al seguidismo y al fomento de lobbies bajo pieles de cordero. 
Como ven, y si han seguido leyendo hasta aquí, no todo ha cambiado. Una verdadera pena, ¿verdad?