Toyi Marcos Sosa

Desde mi ventana

Toyi Marcos Sosa


Malos usos parlamentarios

02/08/2020

Desde que se instaurara la etapa democrática la vida parlamentaria se mantenía dentro de unos límites más o menos correctos. Pero aparecieron Pedro y Pablo y la institución ya es otra cosa. Este país no está para oratorias busca-líos ni falsos salvadores que aspiran a destruir un parlamentarismo que debe beneficiar a todos por igual. La puntada no va sin nudo pues todos los zarpazos que atizan, generalmente son broncos por mucho que modulen la voz disfrazada de corderito. Las cloacas del Estado puestas en danza por miembros del Gobierno sacan lo mejorcito de quienes navegan por ellas sin mascarilla, mientras que desde la misma bancada, se complacen en dejar volar por el hemiciclo el pajarraco del separatismo que junto a la aspiración de una república bolivariana (que si tanto la añoran ya saben lo que han de hacer) es un ultraje a la Constitución Española. El viejo aforismo que dice que hablando se entiende la gente es el testimonio del parlamentarismo que hoy, como tal, no existe. En las Cámaras Legislativas la cizaña devora la esencia de la regla democrática y para lograrlo, nada mejor que la presencia de separatistas y la rigidez ideológica con debates poco civilizados: discuten de extremas derechas y extremas izquierdas y, finalizan, aplaudiendo lo que es su propio modus vivendis sin que se debatan los verdaderos problemas del pueblo. No están por la labor de trabajar y eso se nota en sus actos y declaraciones, pero para el pueblo la situación es demasiado dura; las familias, autónomos, mayores, el paro bestial que se avecina, la hazaña de llenar la cesta de la compra diaria, nada de eso les importa o eso parece. Lo atrayente para sus propósitos es que los principios ideológicos arrasen cuanto antes cualquier concepción economicista para que la economía de este país se edifique sobre teorías irreales; y el pueblo calla cuando va camino de sufrir un doloroso rescate en toda regla. Si gobernara gente con la inteligencia de algunos a los que desprecian, otro gallo cantaría. Es tal la incomprensión que sufre la ciudadanía, que lo más sorprendente es el silencio de muchos socialistas de hoy.