Toyi Marcos Sosa

Desde mi ventana

Toyi Marcos Sosa


¿Por qué le han matado?

11/07/2021

A Samuel, un chico de 24 años en la flor de la vida, unos energúmenos se la han quitado de una brutal paliza. ¡Qué tremendo! Llegados a esto, se piensa en fallos. ¿Son los conocimientos positivos inútiles hoy, para encauzar algunas vidas? ¿Quién puede atreverse a disponer por tara, confiado, diversión  o pugna sobre la vida de otros con tal furia? ¿Por qué ocurren estos comportamientos y quiénes los padece? ¿Quiénes son y qué les impulsa a decidir en un momento tal conducta?  ¿Qué ocurre para que en lugar de jalear no sean capaces de parar tal barbarie? 
La emoción, designa una reacción afectiva ante un suceso inesperado y lo que algunos dentro o fuera de un bullicio se atreven a hacer, pocas veces tiene marcha atrás; no es un rasguño que tenga solución. Son vidas perdidas y familias destrozadas tal vez por un jaleo a tontas y a locas de tristes consecuencias. 
Los mayores, a los que nos creen una fuerza negativa y ambulante con poco que decir, somos espectadores de la historia y pensamos, que esta sociedad de tantos avances tecnológicos carece de valores y que en lugar de dar tantas «patadas» al Diccionario con eso de «todes, hije o niñe» deberían enseñar que ningún tipo de enfrentamiento juvenil  no es convivencia ni respeto; sino dando a la vida un guión más sensato y profundo para que en  momentos intrincados evite dramas que a ellos, además de indeseables, les convierte en actores activos que encierran su juventud en una celda. 
En mi mente tengo algo que ocurrió en las Islas Afortunadas. Una pandilla de desalmados cerca de una discoteca se dedicaba a pedir dinero a los chavales. Un chico de 19 años, les da, dicen, 30 céntimos y a partir de ahí se origina una pelea de tal naturaleza que le matan. Mismo día y mismo telediario. La escena es en una autovía peruana. Un coche atropella a un perrillo, de pronto, sorteando los automóviles se le acerca un perrito valiente, parece callejero y con riesgo de poner su vida en peligro de alguna parte agarra el cuerpo del perrillo que está sobre la calzada y en un zis zas, va llevándole a zona segura. Y, no puedes por menos que pensar, quién es el animal y quién el humano.  

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