Jose Luis Ibarlucea

Jose Luis Ibarlucea


Los guays

30/05/2022

Los usuarios posmodernos del «guay» posiblemente ignoran su origen como sinónimo de ¡Ay! En el Libro del caballero de Zifar, del año 983 dice: «¡Guay de mi mesquino! / ¡Guay de mi cativo! / ¡E guay de mi entendimiento! / ¡E guay de mi sin ningún consolamiento! Sin embargo, en la actualidad ha mutado el sentido refiriéndose a una forma no vergonzosa sino legítima de progresar y alcanzar el éxito. Los guay son los que están en la ola y no quieren ser catalogados como pasados de moda o «friquis» (freak)».
El modo de conducirse de los guays no es mediante la reflexión profunda y el rigor analítico, sino mediante la búsqueda del aplauso fácil, es decir, quieren ser aceptados sin esfuerzo por aquellos grupos o tribus que están en el candelero de la popularidad o del éxito social, económico, cultural… es «pensamiento débil» que diría Vattimo. Su objetivo es congraciarse con la ideología dominante. Tampoco es infrecuente verlos defender en privado algo contradictorio con lo que defienden en público. La coherencia lógica no es un valor guay.
Su carta de presentación suele ser la tolerancia, la solidaridad, la apertura de mente…pero en realidad solamente con aquellos que son de su cuerda y piensan como ellos, o con aquellos que los introducen en la tribu. Dicen aceptar a todo el mundo, pero sólo aceptan a los que no les llevan la contraria, por eso son animalistas, porque los animales no les contradicen. Van a manifestaciones a favor de la integración de emigrantes y desprecian a sus vecinos, y en algunos casos a sus padres. Dicen que no tienen banderas ni fronteras, que son ciudadanos del mundo, pero cuando pueden, viven en zonas exclusivas donde hay seguridad, protección social y progreso. Están en contra de la guerra, de los ejércitos y son amantes de la paz, pero apoyan algaradas callejeras violentas si defienden sus ideas y no tiene ningún escrúpulo en zaherir a los que consideran carcamales. 
Defienden la igualdad, pero quieren hacerse ricos rápido y a consta de lo que sea. En definitiva, los guay no son más que activistas de lo políticamente correcto y bajo la apariencia de inocencia se encuentra alguien dispuesto a vaciarte el bolsillo y «okupar» tu casa.