José María Nieto Vigil

Sin Perdón

José María Nieto Vigil


José Antonio

25/11/2022

A los pies del altar mayor de la basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, bajo una granítica y maciza losa de tres mil quinientos kilos de peso, se encuentran los restos mortales de José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, criminalmente asesinado en la cárcel de Alicante durante una fría y desangelada madrugada del veinte de noviembre de 1936.
La brutalidad, la crueldad y la barbarie, desde el odio y el rencor, desde un fanatismo sediento de sangre y afán de venganza, segaban la vida del líder falangista, sin consideración ni escrúpulos. Junto a él fueron masacrados otros dos falangistas y dos requetés (Ezequiel Mira, Luis Segura, Vicente Muñoz y Luis López). Catorce fusileros –anarquistas, comunistas y guardias de asalto- descargaron sus armas seis veces contra los condenados, que apenas se encontraban a tres metros de distancia. Ochenta disparos a quemarropa se descerrajaron, tiñendo de sangre el patio carcelario. La matanza fue sencillamente macabra y sanguinaria.
Con tan solo treinta y tres años de edad, moría este joven y prometedor abogado madrileño, brillante orador, excelente político y hombre de arraigados valores cristianos. Durante la farsa de juicio celebrado contra él, sin garantía legal ninguna, con una sentencia ya prevista, con una perfecta oratoria forense, se hizo cargo de su propia defensa, sabedor de lo inútil de sus esfuerzos y argumentaciones jurídicas en su descargo. Sabía que su suerte estaba echada pero, pese a ello, supo mantener la tranquilidad y la calma durante todo el proceso. El Frente Popular impondría su atroz y feroz condena a muerte en este aciago momento de la historia de España.
Desde aquella infausta y desgraciada jornada han transcurrido ochenta y seis años. Tres inhumaciones y traslados se han producido de los restos de este hombre único y singular. Y su periplo no ha concluido. La ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática, profundamente desmemoriada y nada histórica ni democrática, más bien sectaria y revanchista, aspira nuevamente a profanar y desfigurar el verdadero relato histórico.
 José Antonio fue una víctima represaliada.