Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


Pueblos políticos

20/10/2020

Por nuestra geografía, diseminadas, hay poblaciones cuyo origen o posterior desarrollo no ha sido natural, sino producto de una decisión política.
Valladolid, a pesar de tener un desarrollo natural, no pretendido artificialmente, fue objeto de una decisión política: instalar la corte. El Duque de Lerma lo entendió a la perfección y especuló con los terrenos en épocas no tan alejadas. Valladolid fue Villa y Corte por decisión Real.
Se decidió políticamente el leonés Nuevo Riaño, porque al Viejo apoyado en la falda de los Picos de Europa le expulsó el pantano. Suficientemente cantado por Sergio del Molino.
El último desarrollo de Villar de Cañas, pueblo conquense atravesado por el Záncara, se debe al interés político de ubicar en sus alrededores un cementerio de residuos nucleares, o lo que se llamó en Consejo de Ministros, Almacén Temporal Centralizado de Residuos Nucleares, o para que no se entienda ATC, lugar donde almacenar temporalmente, en un país donde lo provisional es definitivo, el combustible nuclear contaminado y los infinitos pararrayos de cabeza radiactiva que a mediados de los 60 nos obligaban a ubicar en los tejados de los colegios y que al final han acabado, al abandonarse la idea en 2020 no se sabe dónde, irradiando uranio por los caminos.
Albalate de Zorita fue el primero en desprenderse de la central nuclear, luego lo haría Santa María de Garoña en Burgos. De esos despojos para el entorno de Sigüenza o la Yebra, que elogia la brillante escritora Toya Velasco Bernal, ha resultado una bajada de habitantes en esa zona de 14.000 a 6.500, cambio poblacional dificilísimo de recomponer, ni siquiera con la captación de nuevas alternativas energéticas.
El incumplimiento o fin natural, por decadencia de todas estas decisiones artificiales ha creado poblaciones fantasmagóricas con abandono de epidemia, aquejados de fuertes deudas, fruto de falsas expectativas en ellos depositadas;, solo Valladolid, por ser villa de empaque y resiliencia ha resistido.  
Ahora, falta sustituir viejos proyectos por nuevos, más acordes con el medio ambiente, sostenibles y con la dimensión del propio hombre como medida de las cosas, con el pattern o antiguo metro de Leonardo. 
Otra forma de vivir.