Esta crisis, como cualquier otra, ha sacado a la luz lo mejor y lo peor de cada casa, desde los héroes de la sanidad hasta los políticos, pasando por vecinos indecentes o generosos voluntarios a pie de calle. Cada cual en su parcela ha hecho lo que ha podido o sabido, y ha quedado claro que hay demasiados ignorantes que pasan de la supervivencia de los demás. Trump en EEUU y Bolsonaro en Brasil nos han mostrado una falta absoluta de preocupación por su pueblo. A Trump le importa la economía por encima de cualquier otro debate. Al otro le da igual todo, o tal vez, incluso prefiere una diezma de la población; ni mascarillas, ni aforos, ni ná…, al que le toque que se muera, contando, claro, que los más pobres tiene menos recursos para protegerse y más facilidad para contagiarse. Cada político de gobierno o de oposición ha puesto sobre la mesa su grado de sensibilidad. En España hemos tenido mucha suerte de que nos haya tocado este duro momentazo con un gobierno al que importan tanto las condiciones de vida de los más afectados como el rescate económico. Si esto nos hubiera pasado con la derecha en el poder, cientos de miles de familias estarían sufriendo una precariedad sin esperanza de alivio ni recuperación. Ahora, entra en liza conseguir remedio y vacuna. Trump ha precomprado casi toda la producción mundial del tratamiento más avanzado. En previsión, Merkel ha adquirido la empresa química que producirá una vacuna. La pregunta es ¿se comportan como acaparadores o como previsores para proteger a sus ciudadanos? ¿compartirán los excedentes o especularán con ellos? Ahí queda. Por otro lado, se habla de un coste de unos 1.800 euros por unidad, lo que castigaría, una vez más, a la población de los países peor administrados, pobres o carentes de sanidad pública. Pero los beneficios de las farmacéuticas crecerán como la espuma.           www.elisadocio.com