Ilia Galán

Ilia Galán


Calles peatonales

26/09/2022

Anuncian que habrá hasta siete kilómetros de vías peatonales en la capital de nuestra provincia y parece que estamos de fiesta, pero tal vez convenga recordar que si así se hace hay de desarrollarlo bien, para que no padezcan los del lugar.
Quien estas líneas escribe vive en el centro de una gran ciudad donde esto se ha producido muchas veces y, además, era muy favorable a estos proyectos, ya que se mueve caminando la mayor parte del tiempo, pero... Hay peros.
Peatonalizar permite vivir más sanamente zonas monumentales o comerciales y suele aumentar el flujo de personas, pero a veces se provocan graves molestias a quienes allí habitan. Si no pueden entrar con su coche hasta el portal de la casa para depositar las maletas de viaje, una gran compra o llevar al abuelito... se comete una injusticia, ya que cuando compraron o alquilaron esas casas no había dichas normas, que impiden el normal uso de la vía pública. Han de ir lentos, cierto, respetando a los peatones, pero prohibirlo sería un desafuero. Asimismo, los amigos, algunos, quedan sin acceso... Al menos los taxis debieran poder pasar para dejar a quien alguna de esas moradas va... O con un permiso. Pero a veces la administración es tan compleja y pesada que pedir permisos es como entrar en un laberinto. Nuevo motivo para enojarse. Ha de facilitarse, simplificando.
Horarios severos que impiden estos movimientos tampoco parecen lo mejor para conciliarse con los vecinos. Así que hay que intentar respetar a los que estaban antes de que al concejal de turno se le ocurriera la norma y por ello la prohibición, ya que antes se podía llevar el carro y en ocasiones este es muy oportuno y aun necesario. Un pasaporte especial a veces se da en más de una ciudad a quien la ha de habitar, en estas zonas que van quedando si no para turistas y extraños, pero sin vecinos, porque pueden convertirse en                   inhabitables.
Más de una vez lo vi, sobre todo en el Reino Unido: llega la hora de cerrar los comercios y el centro, peatonal, donde no hay restaurantes o bares con terrazas, y se convierte en un desierto desolador, porque nadie ya puede habitar esas zonas.

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