Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Yo no lo haría

10/11/2022

Vivimos tiempos de vértigo. Contamos años; debemos tener valor, no digo paciencia, virtud que practicamos cada día. Aceptamos, sin hablar en inglés, información de cremas faciales, limpiadores de hogar, descubrimientos, canciones, modelos que ¿exigen? en redes sociales ser imitados. Podían compartir valores, ideas, no imposiciones. Si perdemos la onda, nos apartan. Y el rechazo duele. No es la vida de antes. Adaptarse a lo nuevo es duro; conocimos otras formas más gratas y tranquilas de vivir. Más gratificantes.
Pero el camino trae momentos dulces: dialogar unos minutos con quien se cruza contigo y comenta que la hija, aquella pequeña lista y simpática, terminó su carrera de Medicina. Otro día, encuentras a madre, hija y nieto, y la joven mamá te comenta que ya tiene trabajo en el Clínico, en Valladolid, y ejerce como Cirujana. Y recuerda la tarta de Lacasitos para mis alumnos y, también, su legítimo orgullo al comprobar -en las fichas que conserva, recuerdo del cole- que a sus cinco años escribía mejor que sus compañeros de profesión. Reímos con ganas antes de despedirnos hasta la próxima.
Espabilamos para utilizar ordenador, móvil, grabadora, hacer transferencias bancarias desde casa, buscar en libro, periódico, internet algo que permita a la mente seguir sana hasta el final, que llegará cualquier día. Siento respeto hacia las personas y sus obras. Cuesta entender que unas activistas  en un museo lancen puré de patata y salsa de tomate sobre la belleza convertida en arte. O peguen sus manos al marco de dos obras, felices de haber eludido la vigilancia. Lo juzgo un desatino. Sus razones son válidas y deberían quitarnos el sueño. Nos estamos cargando la vida futura en este hermoso planeta Tierra. Llamar la atención de ese modo es más espectacular y rápido. Y han logrado amplia repercusión mundial. El acto, al menos así lo creo, presupone interés y valentía, para que todos nos impliquemos, tomemos conciencia y pongamos de nuestra parte cuanto sea necesario. Puede que eligieran esa opción porque la inminencia del desastre ecológico es real y la rapidez, para evitarlo, sumamente necesaria. Sin embargo, es posible que muchos de ustedes opinen que hay otro modo de lograr lo que estas jóvenes pretenden. Yo no lo haría. 

ARCHIVADO EN: Arte, Valladolid