Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


La pérdida de todo

23/09/2021

Lo han perdido todo, en el sentido más amplio y más cruel de la palabra. Han perdido su casa, sus tierras, sus negocios y, lo más grave, lo que ha dado sentido a su vida: los objetos personales, los recuerdos familiares que con frecuencia pasan de generación en generación, las referencias. Perderán lo que han guardado de su paso por los colegios, de la infancia de sus hijos, objetos, fotografías, videos y documentos. Todo. Deben empezar de cero sin saber siquiera dónde cobijarse cuando acabe el techo provisional que hoy les ofrecen gobernantes, familiares y amigos.

Sus palabras y gestos de dolor trascienden lo que se ve en las pantallas, los testimonios que recogen emisoras y periódicos. Sufren la más absoluta desolación. Mientras unos ven el avance de la lava como un espectáculo, bello pero también sobrecogedor espectáculo, ellos solo ven destrucción, el fin de la vida que han tenido siempre. Los palmeros ya no verán la Cumbre Vieja como una postal que les ha acompañado a lo largo de su vida, sino como el símbolo que ha acabado con sus perspectivas de futuro y la certeza del presente. El volcán es ya símbolo de ruina. Las plantaciones no volverán a dar su fruto, y por muchos fondos que reciban de la Unión Europea, los gobiernos centrales y canario, o el consorcio de Seguros, nada reconstruirá lo que tenían. Se fue con la lava, con el fuego que escupía ese volcán cuya erupción no se sabe cuándo se va a detener y por tanto todavía no permite evaluar los daños, que en cualquier caso serán muy cuantioso. Pero más allá del dinero, importantísimo, vital, lo que no se podrá cuantificar nunca son los daños existenciales.

Los ojos de España no se apartan de la isla de La Palma, donde se vive una desgracia inconmensurable. Las autoridades, con el Rey y el Presidente de gobierno a la cabeza, gobierno canario y dirigentes de la oposición, entre ellos el propio Pablo Casado, han querido demostrar personalmente su preocupación y su solidaridad. Pedro Sánchez se ha volcado desde el primer momento y se ha traslado a La Palma en cuanto tuvo noticia de lo sucedido; ha dado prioridad y carácter de urgencia a la ayuda a los palmeros, y les ha garantizado que su gobierno estará a la altura para reconstruir sus vidas.

Necesitan palabras reconfortantes ante la desolación en que se encuentran, y sería imperdonable que los gobernantes no cumplieran con sus compromisos y con su obligación: un volcán es más devastador que cualquier otras catástrofe natural, porque allá por donde pasa no deja crecer la hierba. Destruye definitivamente, no se pueden reconstruir viviendas ni cultivos. Con peligrosos añadidos como la contaminación del aire y de las aguas marítimas, que provocarán nubes nocivas de vapor cuando las alcancen las lenguas de lava.

El resto de los españoles seríamos miserables si, acabadas las escenas dantescas, olvidáramos a los palmeros.