Julio César Izquierdo

Campos de Tierra

Julio César Izquierdo


A mi padre

14/11/2020

Dime campo y te veré. Allí, donde el surco busca eternidad, vuelo alto, paloma turca y perro atento a la llamada. Dime refranes y te veré en el soportal, en el humo viejo del tabaco, en la camisa arremangada a dos bajo cero. Dime buena mañana con los primeros rayos del día y frases lapidarias para que se nos quiten las boberías y te veré. Dime que no me acobarde, que afronte los problemas de frente, que sea sincero, aunque duela, que me haga el loco y el tonto cuando toque y te veré. Dime que sea irónico, a pesar de parecer serio, y me saldrá la guasa que llevo en los genes y te veré. Dime que has superado mil trances y batallas y me creeré que la última la has perdido porque te ha dado la gana y te veré. Dime que no podía ser de otra manera, que los robles también quiebran, pero su esencia siempre vaga por los páramos y los vallejos. Dime que, como castellano viejo, buscabas emular a uno de tus idolatrados, pues me vienen a la memoria muchas historias contadas en primera persona de personajes de Delibes. Va, que hoy Tiburcio no tiene ganas de arañar las entrelíneas y me dice que «recio hasta el final, ahí resistente». Dime que las cabezas también estarán para llevar la gorra para que no se escapen las ideas y te veré sobre el majano y el soto. También en la furgoneta y calculando a tanto el kilo por hectárea y ahí sí se puede beber y te creeré. Dime que se pueden afrontar otras lunas de otoño con huertas de primavera y tertulias de solana que debieran haber sido radiadas y te veré. Dime que las gafas de sol seguían siendo las de Angelines y te diré que ya lo veo y que para apuntar al futuro nada mejor que dos manos incompletas y un tono de caza y de mus. Dime que se pueden iniciar otros viajes a otros pagos y cuéntame si hay necesidad de que tengan otros colores que no sean los del terruño de alcor y encina. Jefe, que ya no estás, pero tu impronta es tan importante que me veo en la tesitura de contarlo a la usanza del juglar. Ya sabes, lo de teatrero... de casta le viene al galgo. Juntos estáis ya, es lo que más me consuela. Por lo demás, aquí ando, dándote la razón porque la sombra del ciprés es alargada. Lo importante, fue el camino, otras metas vendrán. Dímelo y te creeré, sin vuelta de hoja. Sea.