Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Navidad 2020

24/12/2020

  
Enfilamos los últimos días de este año atípico, difícil de digerir por cuanto lleva aparejado. Cada uno viene marcado por  información precisa, exhaustiva y persistente; un continuo  amanecer y atardecer de datos sobre la pandemia que llena de amargura e impotencia, quizá con la necesidad ineludible de aceptar, humildemente, que somos mucho más vulnerables de lo que pensábamos. Si a este cóctel unimos circunstancias dramáticas por pérdida de empleo, empresarios obligados por la crisis a cerrar sus negocios y mayores expulsados de sus casas, las mismas que adquirieron fondos buitres, gracias a la permisividad de quienes gobernaban ya que facilitaron un desalojo, obligado por supuesto. Eran casas por las que pagaban un módico alquiler. 
¿Sus derechos? Pisoteados para que otros puedan lucrarse con rentas altas, tuvieron que emigrar forzosamente, sí, emigrar a barrios desfavorecidos en los que no podrán vivir más que de recuerdos y donde serán extraños. Es duro abandonar el país en el que se nace para buscar una vida mejor pero, al menos, su bandera es la esperanza aunque quizá mueran en la travesía. Por un momento, piensen en la angustia de las familias que fueron despojadas de lo que fue toda su vida, la que vivieron en ese lugar  en el que su vejez hubiera sido apoyada por gente conocida y querida. Ahora, silencio y lugar no deseado, compañeros de los últimos días.
La Navidad siempre fue tiempo de esperanza, de reuniones familiares y de amigos, alegría sincera, un alto en el camino para despejar preocupaciones y ser felices, intentarlo, al menos. Dios está a nuestro lado, a pesar de que siempre nos acompañe, parece que la imagen de un Niño Dios, por la ternura que inspira, toca el corazón de cada hombre, sea de la religión que sea, o, a pesar de que no practique ninguna. Si cada año por estas fechas nos deseamos felicidad, creo que en 2020 debemos expresar ese sentimiento con la convicción de que, aún, tenemos mucho que celebrar: la vida que conservamos y la posibilidad de ser responsables porque protegerse a uno mismo significa que respetamos a los demás y los queremos. Nuestra Navidad se verá acompañada por el Nacimiento bajo el que coloqué una fotografía con toda la familia, pero en soledad aceptada y elegida.