Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Mayo, periodistas y poetas   

27/05/2021

Mayo puede cantarse en gallego o castellano y llega al alma de todos modos, oigo, mientras cocino y se me van los pies, un CD con canciones de Saraibas. Al ser gallega, por parte do fillo, nacido en A Coruña, mis hermanas, casadas con gallegos todas ellas, me la regalaron hace muchos años. Los pies se mueven  a su compás porque son alegres y acercan recuerdos de romerías en Sela y en Las Nieves -Pontevedra- cuando el tiempo era intenso, prometedor, sin final. En una se canta al Mayo, la tradición que, también, perduró en Castilla, conservada en la memoria popular y transmitida, a través del tiempo, con ese cariño por los muy mayores que van desapareciendo. Pero este mayo no está  para bollos y las noticias que los periodistas, esos hombres que, en muchos casos se juegan la vida, no son alegres. 
La interminable y cruel lucha entre Israel, todopoderoso, y Gaza, cuyos habitantes permanecen en un lugar más parecido a cárcel que a lugar habitado dignamente. Sin  futuro. Malviven y sufren. Las madres ven, impotentes ante la barbarie, morir a sus hijos, asesinados con armas perfectas, pero ciegas, que no distinguen entre inocentes y culpables. Gracias a la pericia y valentía de periodistas y fotógrafos entendemos lo poco que se sabe de intenciones y programas ocultos, destinados a desestabilizar gobiernos en cualquier parte del planeta. Nos llegan imágenes de quienes luchan para que la selva Amazónica no desaparezca y se plante marihuana, robándoles su hábitat, su paraíso vegetal. Compartimos con dolor el que los nativos sean asesinados cuando  luchan por un lugar en el que viven en plena naturaleza de la que son arrojados. La llegada de migrantes casi niños, la incondicional lucha de oenegés y policías por salvar sus vidas, sin pensar en el riesgo que conlleva, hace que nos solidaricemos con todos ellos.
Y de poetas hablo, con pena, porque este mes ha segado la vida de cuatro que conocía y admiraba. Fueron Tundidor, Caballero Bonald, Joaquín Benito de Lucas y Francisco Brines, quien recibió el Premio Cervantes en su casa. Hasta ella, en Oliva, se desplazaron nuestros Reyes. Los amantes palentinos de la poesía pudieron escucharlos en las Jornadas de Poesía Ciudad de Palencia. Nunca el tiempo hizo tanto daño a la poesía.