Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Aquel 23-F

01/03/2021

Al cumplirse ya cuarenta años de aquel lamentable episodio del 23-F de 1981 han vuelto a proyectarse todas aquellas imágenes tan impactantes y se han reavivado los recuerdos de aquel día, junto a comentarios y análisis de todo tipo. Lo primero que pensé fue lo más evidente: ¡40 años ya¡, y parece que fue ayer, porque es uno de esos acontecimientos de los que se guarda memoria precisa por mucho tiempo que haya pasado; las imágenes que pudieron verse mientras la llegaba la señal televisiva del Congreso y hasta que se cortó son ciertamente inolvidables. Como son inolvidables las reacciones personales de tanta gente que sintió miedo de lo que podía pasar y de lo que podía pasarle; bien fácil de entender: si contamos otros 40 atrás desde 1981, el calendario nos lleva a 1941, y no hace falta decir más.

Muchos experimentaron aquel 23-F de 1981 sensaciones quizá parecidas a las que habían experimentado aquellos años y algunos años antes. Pensaron que volvíamos a las andadas, que todo el gozo acumulado con la salida de la dictadura, la aprobación de la Constitución y la recuperación de la democracia, se iba a acabar otra vez. Los que éramos más jóvenes (yo mismo estaba en los 30), pero teníamos ya alguna significación política también experimentamos alguna de esas sensaciones, pero, obviamente, en distinto grado y en distinto contexto. No teníamos el punto de referencia personal de la Guerra Civil, pero sí el de una parte de nuestra vida, de nuestra juventud, vivida en la dictadura. También tuvimos la triste sensación de que la inmensa ilusión que habíamos depositado en la reciente democracia podía verse truncada. Y de que el riesgo, incluso el personal, era real. Y dormidos fuera de casa y a buen recaudo aquella noche.

Luego pensé en todos los que tienen menos de 40 años, y menos de 50. No vivieron aquello, o lo vivieron sin “uso de razón”, que se decía antes; sin percibir el significado de aquella situación. Sin duda que es una suerte que haya tantos, un par de generaciones, que no lo conocieron. Y ojalá que esas imágenes y esos testimonios que a nosotros nos han avivado el recuerdo, a ellos les hayan avivado la reflexión. Y ojalá que hayan caído en la cuenta de que la situación que ahora vivimos, con tantos defectos y tantas insuficiencias aún, se aprecia mejor cuanto más se conoce el pasado que la explica.