Víctor Corcoba

Algo más que palabras

Víctor Corcoba


Ilusiones que se desgajan

20/10/2020

Vuelvan los sueños a ilusionarnos. Necesitamos un nuevo coraje, al menos para que el trastorno económico y social causado por la pandemia, deje de hundirnos. La herencia que nos transfiere tras de sí el coronavirus, con multitud de ausentes y de enfermos, con millones de personas en riesgo de caer en la pobreza extrema y el desempleo, con un aumento sin precedentes de la desnutrición, nos instan a tomar nuevas fuerzas para reconstruir ese porvenir, del que todos nos hemos de alimentar, trabajando juntos, tanto en cuidar al mundo que nos rodea como a nosotros mismos. Por desgracia, alimentamos una pugna de intereses mundanos, que acaban por destruirnos como personas de bien, con el evidente retroceso en proyectos de alianzas conjuntas, máxime en un tiempo de tantas dificultades, entre ellas, condiciones de trabajo peligrosas, inseguridad en todo, acceso desigual a la justicia, con ausencia de guías sensatos y de servidores solidarios. 
En todo caso, pensemos que las acciones de cada cual son nuestro mejor porvenir. Perdida la utopía del ensueño como cultivo, se abandonan también los horizontes a conquistar y se va creando un escenario de confrontaciones que nos dejan sin alma. Hasta los mismos programas políticos han dejado de ser visiones entusiastas para convertirse en posiciones interesadas de unos en favor de sí mismos y no del bien colectivo. Desde luego, son inaceptables los lenguajes egoístas de ciertos dirigentes; y, por ende, también sus acciones que lo único que buscan son oportunidades para ellos y para sus seguidores, sin importarle lo más mínimo el creciente número de personas desnutridas, que además carecen de protección social y atención de salud. Al mismo tiempo, lo que sí nos sobrepasa es el enfrentamiento ideológico, la provocación sin miramiento alguno; la destrucción, en suma, del que piensa diferente al círculo del poder gobernante. 
La situación es tan bochornosa, en cuanto a sometimientos y humillaciones, que la desilusión impide levantarnos, porque hasta la misma autoestima nos la hemos dejado destrozar por este borreguísimo afán de culto al servicio de los más poderosos. No hemos podido caer más bajo.