Sin entrar en las cuestiones más profundas, ideológicas o bien de creencia que cada uno pueda defender, el último debate acerca de las propuestas de protocolo sanitario para intentar eludir el aborto que pretende instaurar Vox en Castilla y León han puesto de nuevo en un brete al presidente de la Junta y han reavivado la controversia en el panorama político nacional. Así que punto a favor en el casillero del partido de Abascal y un cero en el de Feijóo, que ha visto cómo la atención mediática ha girado como un sopapo hacia el PP, dando aire y munición gratuita a Sánchez.

Las disputas cortesanas en el gobierno de coalición en la Comunidad no son fruto de un malentendido, o eso creo yo. A estas alturas es difícil creerse nada de lo que ocurre en política y, por eso, es saludable ponerlo en cuarentena.

Se trata, sin duda, de una estrategia global pertrechada por Vox a escala nacional, que ha visto en la debilidad del Ejecutivo castellano y leonés la rendija por la que endosarle al PP un gol por toda la escuadra, una nueva china en el zapato que calza el 'popular' Alfonso Fernández Mañueco. Nada que no se viera venir desde el mismo instante en que se construyera en este territorio el piso piloto con el que Vox quiere mostrar a toda España su forma de entender la arquitectura civil.

Las reiteradas contradicciones entre el presidente Mañueco (PP) y su vicepresidente, Juan García-Gallardo (Vox), para aclarar las medidas anunciadas el pasado jueves por este último (ojo, en presencia de un silencioso portavoz de la Junta, Fernández Carriedo), dejan entrever la flagrante falta de sintonía entre los socios del Gobierno autonómico. Y lo que es peor, que todo ello siembra la desconfianza entre una ciudadanía atónita y agotada. Porque más allá de valorar el fondo de lo tratado y que, como en la mayoría de los casos, tendrá sus defensores y detractores, lo que revela es una grave descoordinación y la ausencia de personalidad política.

Este serial tiene más capítulos, así que habrá que permanecer atentos a la pantalla.