La Mesa del Congreso admitió a trámite anteayer la moción de censura contra el presidente del Gobierno presentada por Vox, con lo cual ya solo quedan por conocer las fechas del debate y votación, detalles ambos tan interesantes como las opiniones de los promotores y del candidato recogidas tras una entrevista que este último concedió a El País. Eso sí, al margen de estas cosas y de los análisis políticos, hay que reconocer que Vox ha tenido mucha más suerte que los Rolling Stones, que ya es decir. Mick Jagger y Keith Richards intentaron por activa y por pasiva convencer a Rory Gallagher primero y a Jeff Beck después para que se unieran a su grupo y jamás lo lograron. 
Uno y otro eran con la guitarra lo mismo que Ramón Tamames con la economía… muy competentes. O de lo mejorcito que hubo hace casi cincuenta años, tal como puede comprobarse escuchando cualquiera de sus discos. También eran buenos compositores aunque a diferencia del catedrático español unos desarrollaban partituras y otro editaba obras seguidas por miles de estudiantes. Donde no coincidieron fue en el modo de gestionar el tiempo libre. Gallagher sentía cierto interés por la cerveza. Beck optó por coleccionar coches que luego restauraba. Tamames, más polifacético, se inclinó por unas cuantas aficiones entre las que sobresalía la historia, véase La República. La Era de Franco (Alfaguara. 1975). Las alternaba con su militancia en el PCE.
Jeff Beck murió hace dos meses y ante la moción de censura resulta inevitable recordar lo que contó en una entrevista sobre su rechazo a la oferta recibida. «No lo hagas, nunca te vas a llevar bien musicalmente con Mick y Keith porque tú apuntas en otra dirección», dijo. Y añadió que jamás negaría que le hubiera gustado experimentar ese ritmo de vida, pero «yo estaba en otra cosa y muy seguro de que no íbamos a funcionar bien juntos». De esta anécdota trivial no se pueden obtener muchas conclusiones salvo que Vox ya tiene algo común con los Rolling Stones y Abascal con Jagger y Richards. Del candidato no se puede decir lo mismo. De tener algo en común con alguien quizá sea, curiosamente, con la guitarra del músico en la escena del concierto de la película Blow-Up, de Antonioni. Pronto se sabrá.