Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


El burka y...

23/09/2021

Año 2005. Concurso de Relatos Breves convocado por Diputación de Palencia. Tema: Igualdad de Oportunidades entre Hombres y Mujeres. Gano el primer premio con Alina y Omar. Más adelante, año 2014, me llamaron desde el Ayuntamiento para decirme que volvían  a editar la obra con motivo del Día Internacional Contra La Violencia de Género. Esta vez de manera individual, y en versión bilingüe: español-inglés, y que Juan Francisco Rojo y otra artista llevarían al Teatro Principal aquella narración interpretándola, con sus magníficas voces, para niños de colegios palentinos. La narración fue ilustrada magistralmente por Ángela Baranda. Me pareció una excelente idea que agradecí. Estuve en la representación y, la verdad, salí encantada. Yo había elegido un tema serio: la esclavitud que una mujer debe de sentir prisionera en esa jaula ambulante y opresora. Una injusta imposición que en varios países, desgraciadamente, sigue siendo de obligado uso. Elegí una historia de amor entre una pareja que llega a Madrid para estudiar. 
Se amaban con la fuerza de la palmera que hunde sus raíces para ganar altura, con la belleza de una puesta de sol…They loved each other with the strength of palm… Dos jóvenes de países en los que el burka seguía siendo obligatorio y se mantenía aquella tradición ancestral de la Sharia, ley islámica que privaba a la mujer de derechos que en el resto del mundo eran aceptados como normales, por ejemplo: recibir educación o trabajar. Y deciden, de mutuo acuerdo, ser igual que los jóvenes del país en el que estudian y luego desarrollarán su trabajo. Pero… Hace poco tiempo, los talibanes alcanzan el poder en Afganistán y el burka, entre otras muchas injusticias, vuelve a ser  de obligado uso. 
El jueves dos de septiembre, titulé mi columna Los talibanes. Hubiera evitado tocar, de nuevo, el tema. Sin embargo, no puedo resistirme porque leo en la prensa este titular: Del Ministerio de la Mujer al de la prevención del Vicio. Y algo se rebela dentro de mí y me hace sentir indignación creciente pues, la mujer, esa fuente de vicios y males que el mundo padece, según ellos, es causa de honda preocupación para los privilegiados hombres que llegan al poder y se sienten mesías redentores, capaces de hacer volver al redil a esas desgraciadas que están bajo su ¿tutela, esclavitud? No podemos aceptar esa injusticia. No debemos. Mientras haya una sola mujer anulada, pisada sistemáticamente, muda obligatoria, paridora de hijos a la fuerza, no podremos sentir calma.