Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


Todo me suena

21/12/2021

Mi tiempo vivido no ha sido en vano, he llenado la maleta con experiencias acumuladas en el desarrollo vital y ahora, en mi vejez, tengo un repertorio que me lleva «al dejà vu» francés.
Recuerdo que en los servicios centrales del Ministerio de Educación requerían a los provincianos o periféricos, para repartirnos los dineros provinciales y un arquitecto, compañero, hablaba de la entonces moda de hacer cumplir los horarios a los funcionarios. Decía que lo último en ponerse en práctica serían los partes volantes. Luego nos dejarían en paz, porque los votos mandan a los gobiernos. Así fue. Se pasaban partes volantes al final de la mañana cuando los trabajadores estaban a punto de ir a casa. Poco después las medidas de presión desaparecían. Ya visto.
Ahora la Generalitat ha lanzado una encuesta para que los niños delaten a los profesores que den clase en español. Los niños delatores, me llevan a rememorar un suceso del que mi padre fue protagonista sin saberlo.
Hubo un conato de manifestación en tiempos de entre guerra y tenían clase con don Eduardo Rodríguez, gran persona, excelente y ameno catedrático, de conocida y nunca traicionada ideología de izquierdas. Ese día gran parte de clase faltó. Y alguien de la dirección del centro preguntó a mi padre si Don Eduardo les había incitado a que faltaran y se unieran a la «manifa». Mi padre lo negó con rotundidad, porque era verdad y había surgido la idea de ir tras un nuevo juego de chavales. 
Ahora como ayer, se pide a los niños denunciar a los profesores que impartan clases en español. El fascismo de entonces y de los independentistas de ahora es el mismo. 
Los socios de Sánchez intentan el acoso al niño de Canet de Mar a la salida del colegio, otros separatistas el apedreamiento de su domicilio, aunque luego, en español, digan que «apedrear» en catalán, no se puede traducir como tirar piedras.
La utilización como delatores infantiles que exige el nacionalismo es idéntica a la que existió con don Eduardo. El acoso a los que no piensan como ellos no respeta edades, un siglo después. Es tan nazi y apartheid como el de los judíos y los hombres de color. 
Evitémoslo.