José María Nieto Vigil

Sin Perdón

José María Nieto Vigil


Pescadores

11/03/2022

Siento un profundo respeto y una mal disimulada admiración por las gentes que faenan en la mar, muchas de ellas ausentes del calor de sus familias durante semanas, pescando a miles de kilómetros de distancia. Ciertamente es durísima la labor que desarrollan en condiciones muy adversas, casi imposibles de afrontar. No me cabe la menor duda de la heroicidad de su quehacer en el que, sin lugar a dudas, cada jornada se convierte en una gesta y una hazaña de singular e incuestionable valentía.
Consciente de su afanosa labor y de su enorme sacrificio, jamás me he quejado de los precios del pescado y del marisco, debidos más a los intermediarios y restauradores que al valor de la venta en la lonja de pescado. Detrás de cada captura hay una historia personal de seres humanos que ponen en grave peligro su propia vida, también condenando a sus familias a una existencia marcada por temores, sobresaltos y, en no pocas ocasiones, de luto inmerecido. En cada puerto, los pescadores y lugareños narran tristes episodios de naufragios, hundimientos y pérdidas de vidas humanas arrebatadas por la mar. Es un denominador común en todos los pueblos costeros, sin importar de dónde sean o bajo qué bandera faenen.
 Siempre que tengo oportunidad, me gusta charlar con ellos para saber cómo entender su tarea en una pelea desigual con la todopoderosa fuerza de la naturaleza a la que se enfrentan cada día. Mientras descargan sus capturas o reparan sus redes al atardecer, contemplo con fascinación y deslumbramiento, la sencillez, la franqueza y la campechanía con la que hablan de su oficio. Es, sencillamente, encantador y digno de todo elogio y devoción.
Muchas noches, cuando el día ya ha caído, en el horizonte de la costa contemplo embelesado la entrañable estampa de las pequeñas lucecitas de las embarcaciones que trabajan en bajura, y mis pensamientos me llevan a recordar a aquellos que lo hacen en mares bravíos, violentos e impenitentes. Siento orgullo y una honda adoración por todos ellos, también por los seres queridos que dejaron atrás, en tierra.
Hoy mi  solemne homenaje es para las gentes de la mar.