Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Expectativas

07/01/2021

Vamos a suponer un escenario hipotético, pero probable: llega la primavera y se dispara el número de empresas en concurso o preconcurso de acreedores. ¿Es un escenario apocalíptico? Conveniente no es, desde luego, pero si previsible, consecuencia lógica de un terremoto económico sin precedentes. ¿Cómo abordarlo, desde la alarma o desde el equilibrio y templanza de quien lo espera y lo afronta con previsión?

Desempleo, datos horribles de destrucción de puestos de trabajo, paro registrado, “ertes” y afiliación a la seguridad social. El paro ha subido en Castilla y León el 20% en un año. ¿Se podía esperar lo contrario de una comunidad de servicios como la nuestra mientras la hostelería está congelada? Mal el comercio, mal la cultura, mal los eventos. ¿Sopresa? No me lo parece. Lo suyo es centrarnos ahora en evitar que esto siga así. 

Tenemos que acostumbrarnos a buscar otro punto de vista para analizar las cosas. Todo se reduce a un problema de perspectiva. Si miramos atrás, veremos lo ya ocurrido, indefectiblemente inamovible, y con la cabeza vuelta, nos daremos de bruces con lo que hay que hacer en realidad. Si no miramos hacia adelante cometeremos errores de la magnitud, por ejemplo, del retraso en la administración de las vacunas: un despropósito impropio de un país plagado de administraciones pero incapaz de conseguir que los practicantes “pinchen” a la gente.

Es un problema de expectativas. Y es por ello que seguimos reclamando un nuevo paradigma en el análisis: defección por el pasado, pasión por el porvenir. Salir a darlo todo al campo. Un problema de actitud. Aquello del llorar y no poder ver las estrellas. Aquello de la parálisis miedo. Aquello, lo fácil, del “no tiene remedio”. Los asiáticos nos siguen instruyendo todos los días. Renunciaron al fatalismo y la están petando.