Lo normal, aunque les suene grosero, es que el Rayo Vallecano le gane al Barça. Intentaré justificarlo, porque alguien dijo algo parecido en la radio y se le lanzaron a la yugular como mosquitos a la luz: pusieron al tipo de loco para arriba… cuando, supongo, tenía más de la mitad de la razón en el bolsillo. Porque, ¿qué es lo normal? Si atendiésemos sólo al peso de la historia, a los presupuestos que manejan o al 'kilo a kilo' de la plantilla, no dudaríamos en apostar al triunfo visitante. Y claro, como ha sucedido en Liga en las últimas seis visitas azulgranas a la Avenida Payaso Fofó: 0-7, 0-5, 0-4, 0-2, 1-5, y 2-3. Una colección de goleadas que sirve para engordar la estadística pero que no asegura absolutamente nada tres años después: ya no están ni Suárez, ni Messi… ni Pedro, curiosamente el azulgrana que más ha castigado al Rayo en Vallecas en lo que llevamos de siglo. Entonces, ¿seguimos mirando al pasado o centramos el tiro en la actualidad? Porque si hacemos lo segundo, lo que debemos hacer en cualquier análisis decente, concluimos que la normalidad, en el fútbol, es el día a día y atiende más a tendencias que a lógicas históricas, presupuestarias o humanas. Hablamos de un equipo que lo ha ganado todo en casa (el único del campeonato junto al Sevilla, sólo que con mejores números que los hispalenses: 12 goles a favor y sólo dos en contra) frente a uno de los seis equipos que todavía no ha ganado fuera (tres jugados: dos empates y una derrota). De hecho, el Barça sólo ha marcado un gol en los cuatro partidos que ha jugado este año lejos del Camp Nou, el que firmó Memphis y le permitió arrancar un empate de San Mamés en la segunda jornada. El Rayo, brillante e intratable local, está por delante en la clasificación, juega mejor, ataca mejor, defiende parecido, está pletórico, mejor trabajado, es más intenso… Tan mal está el Barça que la normalidad ya no lleva su camiseta.