En estos días en los que se multiplican los mensajes de deseos de amor y felicidad parece más que necesario retomar el auténtico significado ambas palabras: amor y felicidad, porque están siendo demasiado manoseadas y manipuladas. Al mismo tiempo que urge la necesidad de darse un respiro ante tanta incertidumbre, inseguridad, preocupaciones y tensiones, porque todo ello está afectando notablemente a nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos. Se palpa en el ambiente una amargura solapada detrás de quejas y exigencias continuas ante nimiedades. Sin ningún tipo de filtro, nos estamos acostumbrando a vomitar por la boca y por las miradas actitudes prepotentes que esconden esa situación de tensión sostenida durante demasiado tiempo, situación soportada pero no trabajada.  Si estuviera trabajada la miraríamos de frente, nos permitiríamos asumir nuestras verdaderas emociones y poder confrontarlas para encajar las piezas de este inmenso puzzle compuesto por lo externo y lo interno. Es la única manera de poder tomar decisiones para afrontar los problemas. Entiendo que ese es el camino para alcanzar la tan anhelada "felicidad". Felicidad no es un momento pasajero de alegría. La felicidad es sinónimo de plenitud. Se puede sentir esa plenitud incluso cuando hay problemas. Si la condición para la felicidad fuera no tener dificultades en la vida, sería imposible alcanzarla. ¿Qué día no hay algún problema o preocupación en nuestras vidas? Felicidad es un estado, una forma de vida que bien podría salir de forma natural, pero no, hay que aprender. O, mejor dicho: reaprender, porque cuando somos niños sí sabemos ser más felices. En buena parte por dos motivos fundamentales: vivimos el presente y somos tremendamente agradecidos. Sobre el amor, decía San Agustín de Hipona: "Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos" Así de sencillo y de complejo: Amar nuestra vida, amar lo que vivimos, amar lo que es, amar a la vida de los demás. Desde esa forma de entender la FELICIDAD y el AMOR, os deseo a todos una muy ¡FELIZ NAVIDAD!