José María Ruiz Ortega

Estampas rurales

José María Ruiz Ortega


Jóvenes ayer y hoy

19/11/2022

A menudo se oye entre personas mayores, con una interpretación crítica: cómo han cambiado los jóvenes en las últimas décadas. Es normal que las personas mayores critiquen la forma de vida de los jóvenes y olvidan que ellos lo fueron. Pero, ¿hasta qué punto la actualidad se diferencia de los años pasados? Hay una cita que se atribuye a Sócrates y dice: «Ahora los chicos aman el lujo, tienen malas maneras, desprecian la autoridad; no respetan a los mayores y prefieren la cháchara al ejercicio». Si eso decían los griegos hace casi veinticinco siglos, la sociedad habría degenerado de una forma difícilmente soportable en el siglo XXI. Las personas mayores, decimos cosas semejantes con frecuencia, desde que tenemos registros escritos de lo que pensaban nuestros antepasados, más o menos lejanos.
La juventud, como actor social definido y como sujeto de consumo, surge en Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de un proceso social evolutivo que viene dado con motivo del desarrollo de la segunda revolución industrial y es en las ciudades donde se percibe un nuevo grupo social. Como tal colectivo, la juventud emerge como un fenómeno urbano, al concentrase donde había trabajo y a relacionarse entre sí. A diferencia del medio rural, donde permanecen en una sociedad más lenta y aislada del sentido de la modernización de un Estado liberal. El desarrollo de sistemas laborales del trabajo asalariado, desde la regulación del trabajo infantil, de aprendices hasta la separación de los jóvenes de la economía familiar tradicional.
La juventud es una etapa muy bonita porque se puede disfrutar sanamente de la vida de varias maneras y conforme pasa el tiempo las costumbres o los hábitos más rápidos de la moda van cambiando. Por lo que los jóvenes de hoy no son como los de ayer, tanto en el modo de pensar, de vestirse, de divertirse, de comer, de vivir... etc. Pero hasta qué punto se distancian de lo que fueron los años mozos de las personas mayores, con los jóvenes de hoy. Es cierto que la generación que estamos criando no es como las de hace sesenta años. No sienten igual, no piensan igual, ni mejor ni peor: distinto.