Antonio Álamo

Antonio Álamo


Postales

16/12/2021

Se acerca la Navidad y es posible que un número desconocido de personas reciba una felicitación a través del móvil, cumpliéndose así, otro año más, un rito de cierta antigüedad. Tiempo atrás se amparaba bajo una fórmula hoy en desuso, consistente en enviar una misiva ilustrada a través del servicio postal, Correos, en la que, por regla general y de forma manuscrita, se deseaba lo mejor a la familia de la persona a quien se le enviaba. Así era antes… ahora basta con tener un móvil a mano, unos cuantos emoticonos, un par de vídeos en la carpeta de archivos y ganas para añadir, al menos, un par de palabras. Como se ve, son dos modelos diferentes de felicitación navideña.
¿Cuál es mejor? Usted dirá. Depende de los gustos de cada cual. A simple vista, lo que quizá parece resultar valioso es la intención puesto que el hecho de que se envíe denota un interés que no necesita explicación, simplemente constituye un recordatorio de que unas personas tienen en mente a otras y es para bien. Si acaso, el procedimiento empleado es lo único que muestra cierta diferencia porque a simple vista nadie puede negar que no es lo mismo teclear en el móvil desde casa un Feliz Navidad, con el calorcito del hogar, que escribir lo mismo en una tarjeta y luego abrigarse porque hay que salir a la calle, adquirir un sobre, poner un sello y una dirección postal e introducirlo en el buzón más próximo. 
En cualquier caso, ambas opciones están ahí, como recordatorio de un conjunto de celebraciones tradicionales, aunque la más antigua, la que requiere tarjetón y bolígrafo, pronto terminará -como su prima cercana, la postal de vacaciones- «embalsamada como objeto de colección». A esta expresión recurrió el malogrado Vicente Verdú cuando, tras contemplar en la Fundación Tàpies una exposición con más de 27.000 piezas, deparó en los cambios originados por la aparición del teléfono móvil, capaz de multiplicar de manera indescriptible la oferta tan exigua que parece ofrecer una misiva espontánea. A una y a otra, la vacacional y la navideña, les unía un mensaje sencillo y popular, la carencia de secretismo, su proximidad al género epistolar y una finalidad un tanto plural pues reunían cierta dosis de afectividad, información y cariño.

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