Raro. Así es el mundo que nos está quedando, el deporte que nos ha quedado ('ene' partidos de la Euroliga de baloncesto aplazados: ¿Qué hacemos con el calendario? ¿Nos inventamos un mes para 'colarlo' entre enero y febrero?)… y el fútbol que nos ha quedado: minuto 96 de un Sporting-Rayo (1-1) y el VAR actúa para evitar un 0-3. ¿Cómo? ¿Así de loco? Así de loco. ¿No te digo que «es el fútbol que nos ha quedado»? Resulta que, un puñado de bajas y una expulsión después, el Sporting aguanta el marcador con siete futbolistas de la primera plantilla. Si bajas de ese número, ¡zas!, te cortan la cabeza: alineación indebida y derrota por tres goles. Disparo del visitante Álvaro en el último instante, el balón pega en el codo de Javi Fuego y el colegiado señala penalti: segunda amarilla al local, el número 'mágico' del protocolo que baja del siete al seis, alineación indebida en marcha… y tensión en la sala VOR: «Ais -no es una onomatopeya agónica, sino el apellido del árbitro de Gijón-, míratelo, que Fuego tiene el brazo pegado al cuerpo». Revisión mediante, tarjeta anulada y del 0-3 volvemos al 1-1 que sucedió en el campo. ¡Ay, qué traviesos días de tensión e incertidumbre en cada test de antígenos, por Dios! Lo mismo estás en Madrid, planificando el asalto al trono (porque el Atleti tiene una oportunidad dorada para arrancarle la cabeza al Barça quizás con goles de su ex jugador más ilustre), y te llaman de Uruguay: «Simeone. Oye, una cosita, te vas a reír...». Y te devuelven a Suárez asintomático, listo para la cuarentena, sin que nadie en el puñetero planeta haya explicado qué sentido tiene asumir medidas estrictas («burbujas de convivencia», qué expresiones y 'palabros' hemos aprendido este añito) en los clubes y luego abrirnos sin miramientos al fútbol de selecciones, con tipos que vienen de otros países y Ligas con distintos protocolos. ¿Sentido? Que el balón no pare de rodar, claro.