Froilán de Lózar

La madeja

Froilán de Lózar


Un hilo de madeja

25/06/2021

Todas las pandemias dejan un lastre inmenso de damnificados. Miles de personas que caminan sin rumbo, rotos todos los hilos que les mantienen atados a la esperanza y, donde se hace necesario recibir ayuda de almas caritativas, que las hay, menos mal, que se vuelcan con las causas ajenas, como enfrentados y contrarios a toda esa farándula televisiva donde van desfilando a diario personajes variopintos a cambio de un contrato millonario y sus huestes millonarias de seguidores. La madeja de la pobreza no tiene fin. Tiras de ella y vuelve a llenarse con historias que te ponen los pelos de punta. Pero como no te ha tocado a ti y tienes mucha prisa en seguir caminando mientras puedas, porque el tiempo es una lucha que tenemos perdida, enseguida se queda esa madeja en el olvido, entre el montón, allá, tirada. A nosotros no nos interesa demasiado que se repita de continuo esa cantinela de penurias, que bastante tenemos con lo nuestro. Que nada nos impida seguir nuestro camino, que es un camino lleno de beneplácitos, de aplausos, de triunfos. «Nosotros lo que queremos es brindar y basta ya de quejas y tristezas». Somos tan chulos que creemos que las madejas no se agotan nunca, que la vida no pasa como un rayo, que hay madeja para toda la vida, que a las madejas no les pilla el virus, que las madejas buenas no traen hilos terciados. Después de esta pandemia, un millón de personas están a punto de ingresar en esa madeja de los cuatro millones que viven de milagro, en la más absoluta de las miserias, con escasas ayudas, sin espectadores ni premios que compensen la hambruna. Y aunque no quieras, con el avance de la tecnología te llegan al correo cada día peticiones de firmas y aporte de dinero para gente que sufre desahucios, gente que pide comida, un techo para pasar la noche, todo lo que a ti te trae al pairo. Las cifras de quienes buscan alimento y cobijo crecen alarmantemente y recuerdo la premonición que hizo un vagabundo en una cadena de televisión: «¿Es que ustedes no lo ven? En un futuro próximo mucha gente vivirá en la calle». Nadie medianamente cuerdo, ni palpándolo, se da por enterado que pendemos de un hilo de esa madeja, que todo está contado, que no necesitamos equipaje, que nos sobra casi todo, que hoy estamos y mañana no estamos.