Cuando los políticos dejan la política, o cuando la política les deja a ellos, surge una duda: ¿volverán a la política activa? La política, hoy, es muy difícil mantener, exige una sobreexposición inaguantable, de ahí las puertas giratorias. 
Me decían: «Suárez volverá, es demasiado joven, tiene muchas cosas que decir». Yo siempre pensé que, si las tenía y no las había dicho, o se mantenía en el puesto, o se iba para no volver. Las palabras del actor que muere en escena siempre son últimas. Detrás del beso final no hay más.
Al dejar Rivera Ciudadanos pensó que se había equivocado en sus últimos combates. A un hombre invitado dos veces a Bilderberg, con una gestión brillante, le faltó equipo alrededor. No pueden exponerse a primarias Luis de Guindos, ni el mismo Garicano, cuando muchos mediocres siguen agazapados entre los lentiscos y los que levantaron a Albert y pusieron dinero, le exigieron cuentas pronto. 
Por eso al abandonar la política en noviembre de 2019 montó un ‘holding’ familiar, administrador de otras sociedades con el nombre de sus hijas Aldaluri SA y sede en su domicilio. Albert es administrador único de esta sociedad limitada unipersonal. La familia siempre acoge.
Se integró en el despacho internacional de abogados Martínez-Echevarría & Rivera, donde se terminan aprovechando de su poder y amistades políticas. Como Boyer,  Tocino, Soria, González, o Aznar, nada diferente. Los abrazan las multinacionales o la alta banca que no tiene problema para contratar. 
Ahora el Gobierno buscando salidas futuras a sus intereses, elige al despacho de Rivera como creador de viabilidades para rescatar empresas quebradas. Quieren que asesore como los Broseta, Cuatrecasas, Deloitte, Gómez-Acebo, Montero Aramburu, Ramón y Cajal o López-Ibor, desde el fondo Cofides, dependiente del Ministerio de Industria, a empresas afectadas por la pandemia. 
Malú, su pareja, sigue trabajando; publica otro disco. Y a Albert le entretienen, no interesa en la política activa. 
No me pongas a robar dinero, pero ponme donde lo haya.