Antonio Álamo

Antonio Álamo


Desgaste

19/05/2022

Desgaste sería uno de los vocablos adecuados para resumir una impresión apresurada tras echar un vistazo a las imágenes incluidas en la versión digital de este periódico en su edición de anteayer. Hay otros, es cierto, pero para tres de las noticias que ofrecía a las nueve de la noche –justo cuando estas líneas están escritas- sirve perfectamente puesto que esa palabra estaba reflejada en el colapso de la cúpula del Monasterio de Alconada (Ampudia), en la soledad del edificio de la estación ferroviaria de Las Cabañas de Castilla y en la imagen de una de las plantas de la empresa Cerealto Siro, vinculada a la provincia desde siempre.
Viendo las imágenes de Alconada es inevitable que pase por la cabeza de algunas personas un difuso desfile de edificios religiosos y civiles en diferente estado de conservación cuyo mantenimiento a través de los tiempos, además de costoso, es poco conocido por la opinión pública. Y lo mismo puede decirse ante la imagen de la estación, muy cercana a Osorno. Junto a un árbol, con los raíles del ferrocarril en primer plano y una línea de horizonte que separa el verde del azul, la vieja estación es otra muestra más de un desgaste que pasa desapercibido y del que no se libra nadie. Ni personas, ni enseres ni nada de nada. Y lo mismo podría decirse del dolmen de La Velilla, una reliquia arqueológica singular de hace miles de años, situada en las afueras de Osorno, de la que el Museo de Palencia guarda el busto de una figurita humana tocada con una melena. O eso parece.
Y el caso de Siro es similar porque tras los muros de esa fábrica hay un drama parecido y un enorme desgaste mental colectivo producido por la incertidumbre del futuro de la empresa y los puestos de trabajo. Los agujeros, dicho con delicadeza, son de otra magnitud. En cualquier caso, antes las imágenes y las circunstancias de los lugares citados es sencillo imaginar, cuando son las nueve y media de la noche, que ese desgaste resultaría familiar, al menos, a Manolo Fuentes, político riosecano conocedor del monasterio; a Maribel Rodicio, periodista palentina vinculada a Osorno; a Pilar Zapatero, arqueóloga zaragozana que excavó el dolmen, y a las personas afectadas por la situación de la empresa galletera.