Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Hojas de otoño

27/04/2023

Escribió Marcel Proust que «el hallazgo de un buen libro, puede cambiar el destino de un alma» En mi caso, Hojas de otoño, Miguel de Santiago, Manuales de oración, 20, acompañó un tiempo en el que el dolor llegó a nuestras vidas, la de Marcelino y la mía y derrumbó proyectos e ilusiones compartidas, por el amor que nos unía. No haré crítica literaria. De ello, y bien, se encargó Carmen Casado. Hablo de la paz que nos aportó. Conozco a Miguel desde antes de que cantara misa. Allí estuvimos ese día con su familia. Sus tías, empeñadas en que tomase algo de cuanto me ofrecían. Imposible. Como anécdota, les cuento que en esa primera misa fue mi marido quien subió al púlpito: «¿Se comprende que un misacantano en su pueblo y ante su gente deje que un seglar diga la homilía de su primera misa? Y ese seglar subió al púlpito y era yo. La altura de la torre de San Pedro fue testigo». 
 Leo en sus libros la palabra dolorida por las pérdidas, por la renuncia dolorosa a sus afectos: tiempo en el que lo rural, niñez y juventud, lo que amó, queda en parques de la gran ciudad. En ellos busca sosiego, refugio. Tiempo en el que se sentía confortado, consolado, querido y feliz. Pero es ahí donde crece, como el fuego, su capacidad poética para elevarse y escribir como solo él sabe hacerlo. Marcelino García Velasco, en el número 40 -La nostalgia en los chopos, colección dirigida por Julián Alonso- asegura que sus libros desde Catálogo de insomnios, Parábolas del sueño… hasta Contemplar para orar con la naturaleza le colocan entre los primeros poetas palentinos contemporáneos y el mejor poeta religioso de hoy. Elegir un camino espinoso por lo que encierra de vencimiento personal puede, también, llevar a una perfección interior sumamente gratificante. Sé, Miguel, que «la noche está poblada de misterios» y «domina el desconcierto en medio de la soledad», y «cada mañana resucita el sol». «Con el otoño de la vida llega la soledad» y «se grita y se pide ayuda y se suspira por todo lo perdido», pero «la vida es caminar y caminar y seguir caminando siempre hacia adelante». Como ya dije en otra columna de jueves abrileño, es necesario leer un buen libro y, el tuyo, no podía ser de otro modo, ha sido un buen compañero de camino. Gracias.

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