Aurelio Martín

LA COLUMNA

Aurelio Martín

Periodista


Cuestión de fe

30/05/2021

Bastantes dudas existenciales se plantea la humanidad como para que haya actuaciones en política que traten de convertirse en cuestión de fe, lanzándonos el mensaje de que hay que tener confianza en la actuación del Gobierno si concede los indultos a los 12 encarcelados del procés, aún estando de acuerdo en que la venganza no es un valor constitucional, como argumenta el presidente, Pedro Sánchez.

En democracia las actuaciones se explican y más las de este tipo que son de una extraordinaria trascendencia, principalmente cuando el nuevo equipo de la Generalitat y los partidos que lo sustentan han reiterado su intención de repetir las mismas decisiones y acciones que llevaron a prisión a los posiblemente llamados al perdón. No hablemos ya de quienes eufemísticamente emplean la palabra exilio para definir a su retiro dorado, queriendo compararse a quien realmente padeció esa situación huyendo del franquismo debido a la Guerra Civil.

Evidentemente es contraria la reacción del Supremo o de la Fiscalía, así como de los partidos políticos, incluido el de Sánchez, a través de alguno de sus barones autonómicos, y de muchos ciudadanos. Podría ser totalmente contraria si se viera claramente que esta opción que se plantea ahora para su debate y que se traslada al verano, para sorprender a la mitad de los españoles de vacaciones, bajara la inflamación del problema catalán y lo devolviera a los caminos constitucionales.

Puede que sea la intención del presidente Sánchez y que por el otro lado todo sea que recurra al paripé para no defraudar a los suyos, pero también que la acción se limite a contar con un apoyo parlamentario hasta el final de la legislatura, una mera cuestión de supervivencia partidaria, que arrastraría incluso al PSOE a la pérdida de unos comicios, a los que, por cierto, va a llegar muy desgastado.

La curva continúa en descenso y, previsiblemente, se encuentre todo hecho el presidente del PP, Pablo Casado, sumido en el desgaste del rival, sin comportarse como un partido de Estado con opción de gobernar, aprovechando ya el discurso que aupó en Madrid a Díaz Ayuso basado en la manipulación interpretativa de la libertad y en valorar los tradicionales usos y costumbres de los habitantes de una comunidad. Volvió el catetismo, pero será el eje de la estrategia de los populares para ir convenciendo a los electores, incluso promocionando los productos e identidades locales, regresando a aquella España franquita con un mapa político de regiones. Nunca habrá un compromiso para tratar de trabajar en conjunto las cuestiones que importan, lo que ellos necesitarán en su día, desde luego, y lo echarán de menos si reciben como respuesta su misma medicina.

La situación de Cataluña necesita una solución, no se puede tener no solo a una comunidad dividida sino a todo un país en vilo, atraer a las posiciones más radicales de ultraderecha, perseguir a quien no piensa como los separatistas, pero se deben dar las condiciones para que un indulto sea eficaz y logre frenar el regreso a la desconexión’y el alboroto.