Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Malos ejemplos

05/04/2021

De todos esos episodios políticos que se sucedieron estas últimas semanas, con causas y consecuencias tan variadas, algunos ya concluidos, otros por concluir, tal vez lo que peor sensación haya dejado es el bajo nivel moral de determinadas conductas que se hicieron muy visibles en medio de la polvareda. Me refiero exactamente al mal ejemplo de quienes saltaron de un lugar a otro del espacio político, con repercusión más o menos decisiva en el desarrollo de los acontecimientos, o en el devenir institucional en el lugar correspondiente.

Es cierto que caben juicios de valor muy diversos sobre si la forma, el momento, las circunstancias, etc., en que se adoptaron las decisiones de presentar mociones de censura o de convocar elecciones eran las más apropiadas, ya que todo eso es esencialmente opinable. Lo otro ofrece menos duda, y me parece que es lo que ha quedado más fijado en la percepción ciudadana, que siempre vió con malos ojos que alguien que obtuvo representación política en una determinada candidatura rompa el vínculo establecido con ella, mientras mantiene la posición alcanzada en virtud de aquella vinculación. Que alguien cambié de opinión política, puede ser comprensible; que alguien abandone el compromiso adquirido, si considera que ya no responde a sus convicciones, también. Pero que mantenga el cargo representativo, no lo es, por muchos matices de desacuerdo que quieran alegarse para tal decisión.

Especialmente llamativo ha sido el caso de los tres parlamentarios de Ciudadanos en Murcia, que firmaron la moción, la “desfirmaron”, se fueron, y terminaron asumiendo consejería en el nuevo gobierno autonómico; también las idas y venidas en Madrid, algunas muy sonoras y en diversas orientaciones. Y también aquí, aunque de momento haya sido sólo un caso, con menos impacto en la votación de la moción, pero con incidencia en el funcionamiento institucional. La procuradora de Ciudadanos alegaba, entre otros motivos, la falta de coherencia de su grupo con los compromisos adquiridos ante su electorado. Se hubiera entendido bien su decisión si la hubiera tomado, dejando el escaño, en el momento en que Ciudadanos firmó el acuerdo de coalición para la Junta con el PP; pero tras haber convivido con esa alianza durante dos años, hacerlo cuando lo hizo, con una moción de censura presentada y sin dejar el escaño, no es muy comprensible. Ni muy edificante para la política. O sea, un mal ejemplo.