Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


Caro-barato

10/09/2022

«No vayas que ahí las cañas son carísimas». «Las copas en el menganito… uyyy  ¡¡¡ un robo !!!». «Qué palo nos han dado el otro día»… y, así, hasta el infinito y más allá. 
Que conste, y lo asumo, que estoy tirando por la calle del extremo turbio, el de la queja infundada por precio elevado, que es el que duele y hace sangre.
Cuando la conversación gira en torno a, por ejemplo, los coches, y se nombran modelos concretos, rápidamente elucubramos un esquema sesgado de precios y los situamos inconscientemente en un cuadrante o en otro. Por sus características o, simplemente, por el emblema que porta en el morramen el carraco en cuestión. Se podrá estar de acuerdo con el pvp del mismo, o no, pero la discusión ya comienza valorando una serie de parámetros para emitir un juicio.
La injusta diferencia con la hostelería es que cuando se habla de cañas o de ron-cola y que en no sé qué local son muchísimo más caros que en no sé qué otro, se enuncian como categoría universal y normalizada. Como igual, independientemente de nada más que el líquido. Lo cual, a todas luces, es erróneo, y repito, injusto y sangrante.
Si nos atenemos a la cerveza como caso, por empezar por algún sitio, el simple hecho de realizar un tiraje perfecto implica, además del placer de la calidad en el servicio y de la satisfacción del cliente en su degustación, un mayor consumo de espuma para crear la corona superior de crema. Pero es que no es lo mismo una caña de 20 cl., que de 25, que de 35. Hasta ahí, de una manera objetiva, tenemos que estar de acuerdo, porque las matemáticas son las ciencias exactas.
Pero, cuántos parámetros estamos dispuestos a valorar para fijar un precio justo que nos haga marchar satisfechos… la copa de cristal fino en vez de un ramplón vidrio raído, la ubicación, inversión e infraestructura del local, el mobiliario de terraza o de interior, el debido uso del aire acondicionado en los meses más tórridos de la canícula, la calidad de la tapa de cortesía, si es que tienen a bien el detalle, el camarero all-star o el de ni buenos días… y mil más.
En definitiva, que no me da la falda de los caracteres… una cañita por euro ochenta puede ser carísima, y otra por dos euros cincuenta puede estar tirada de precio.
Valorar antes de ofender. Que duele.