Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Johnny cogió su fusil

13/01/2023

Las fiestas navideñas son un punto de inflexión vital. Con el paso de los años se nos hacen más duras. Los doce meses anteriores van endureciendo sus cuestas con cada esfuerzo y llegamos exhaustos al final. La salud y las ausencias indudablemente conllevan una carga creciente, pero no es la única explicación. Básicamente, nos cuesta mirarnos al espejo y lamentamos una sensación de infelicidad asfixiante.

Intuitivamente, todos comprendemos el párrafo anterior al verlo con frecuencia en los demás y existir cierto regusto propio. Este impulso es malsano y está adornado de una patética autoflagelación. Nos gusta recrearnos en nuestras miserias, cuando lo importante es dejarlas atrás.

Basta con mirar la Historia un segundo y constatar que no hay golpe lo suficientemente grande para impedir que un colectivo se recupere; individualmente es otro tema. Ni los soviéticos ni los chinos comunistas consiguieron eliminar a las etnias o disidentes molestos y eso que murieron millones. Tenemos tal capacidad para olvidar, que esas vidas truncadas y el mal infligido son lágrimas en la lluvia; salvo la sociedad argentina que se resiste a mirar al futuro y se asienta en un permanente recuerdo del pasado glorioso.

Debemos ver el vaso medio lleno. Pese a la inmensa lista de errores cometidos, persistencia en direcciones incorrectas o el conocimiento cierto de las dramáticas consecuencias de actos ejecutados en el presente, de ésta vamos a salir. La primera afirmación de Perogrullo es que otros menos capaces lo han hecho con anterioridad. La segunda causa es que estamos aquí para narrarlo, lo cual no es para sacar pecho pero no deja de ser un dato interesante. La tercera y no menos importante, porque no hay otra alternativa.

Para este éxito garantizado necesitamos tres ingredientes. El primero desterrar el pesimismo estructural, ya que con él, es imposible alcanzar nada. El segundo aceptar que la humildad es esencial en nuestro desarrollo individual y colectivo. Si usted detecta a alguien cuya soberbia precede a su persona haga el favor de correr despavorido, aunque lo que diga le parezca razonable y ajustado a sus ideas. Le recomiendo que cambie esas ideas. Y tercero, amemos la libertad. No he encontrado ningún verbo más fiel a dicho concepto. No estoy defendiendo el libertinaje ni la irresponsabilidad. Me limito a constatar que si Dios nos concedió dicho regalo será por algo. Todos los dictadores se obsesionan en limitarlo. En Occidente cada vez menos gente comprende la importancia de la libertad.

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