Dionisio Lamas Muñoz

Tribunal Libre

Dionisio Lamas Muñoz


Valores: la alegría

28/02/2022

Solo la alegría, cuyo origen se ampara en cada uno de los gestos de bondad de cada persona con sus semejantes, es capaz de modificar la evolución siniestra de la humanidad por un mundo más feliz, por una civilización esperanzada y     humanizada.
Las perturbaciones que apremian a cada ser humano, suficientes para asolar el semblante más fiero y oprimir el corazón más rudo, se desvanecen en un instante cuando aparece una sonrisa en el rostro humano, y cual sol radiante del primer rocío de los tiempos, inunda de júbilo cada palabra, cada expresión, cada gesto, o cada sentido de la vida.
La alegría suaviza cada uno de los sentimientos oscuros de la persona y desaparecen sus grises augurios, y obligan los actos de alborozo que vienen a nacer de lo hondo del corazón, para mostrar la ternura de servicio a los humildes, reflejo de los albores insondables de los Cielos. Desde ella, se hermosea la felicidad humana, ante sí, en pos de sí, y en cualquier parte. Ante ella, se abren los diálogos y los acuerdos; las buenas intenciones y la paz. Con ella, se quiebra la cerrazón y el ceño fruncido, se ennoblece la persona y se engrandece su espíritu. Por ella, se adquieren virtudes y se olvidan enemistades; se alza la amistad y el entendimiento y se retira el odio.
La alegría es parte de la esencia divina, infinita y eterna, y se desprende del Altísimo, cual orvallo que invade y envuelve al ser humano en interminable fragancia, cual  prístina luz de la primera aurora, radiante y hermosa. Ella es el triunfo del día sobre la noche, la mañana de la esperanza frente al pesimismo. Desde ella, se asienta la autoestima y se adquiere serenidad en medio de los contratiempos y se vencen los miedos con sus tramas inciertas. Con ella, se restaura el equilibrio y desaparecen los conflictos y domina la  armonía en la familia, en el trabajo y en el mundo social en el que se vive.
La alegría es terapia espiritual y salud psicofísica Desde ella, los sueños se hacen realidad, la ilusión permanece en los tiempos, y la felicidad se prolonga hasta la eternidad, cual pórtico de la gloria. Por ella, surge el gozo que devuelve el deseo de vida, de vivir, de conseguir, y borra las penas y las tristezas que afligen al ser humano.