Juanma Terceño

El hecho gastronómico

Juanma Terceño


Cocina francesa clásica

14/10/2020

Me confieso fan incondicional de la cocina tradicional francesa, la que nos ha aportado ingredientes, recetas, salsas y demás conceptos que se han convertido en grandes clásicos de la gastronomía mundial, de la misma manera que en nuestra cultura actual las influencias greco-romanas o árabe marcan mucho de cómo somos y cómo vivimos.
Y hoy estoy especialmente contento, pues tengo reserva en un restaurante francés clásico para comer. Así que llevo dos noches soñando con Brioche, Escargots, Ratatouille, Cassoulet, Pot-au-Feu, Foie Gras, Parmentier, Périgord, Douxélle, Boullabaise, etc…
Y sí, hoy la gastronomía española es punta de lanza cualitativa mundial, y tenemos los mejores chefs, los mejores productos, y uno de los motivos por los que más nos visita ese turismo de calidad que tanto necesitamos, y más cuando se pueda volver a vivir…
Pero italianos y franceses han vendido mucho mejor su producto, en los dos sentidos en que se puede hacer; los franceses han asentado su influencia en la parte alta, en su influencia en los mejores cocineros del mundo, en la consolidación de las técnicas y los recetarios sobre cuyas bases hoy fluye la vanguardia… y los italianos en las bases de la comida de masas, la popular, fácil y rápida, siendo capaces también de llegar al sibarita pero habiendo captado al gran público, empezando por el infantil, con lo que eso condiciona los comportamientos culinarios de las familias. Y nosotros aún tenemos que defendernos de paellas infames o arroces con cosas, según quien lo cocine o valore… menos mal que las tapas, de momento, no nos las arrebata nadie.
Volviendo al tema, que me pierdo, y hablando para todos aquellos cocinillas, la lectura de recetarios de cocina francesa seguro abre muchas ideas y facilita muchos momentos en los que, como anfitriones, nos ponemos nerviosos o tenemos incertidumbres de qué ofrecer a nuestros invitados, y nos aporta más capacidad de sorprender y agradar que esa receta de lasaña o ese chuletón, que siempre están muy bien, pero no tienen tanto misterio, ¿verdad?. No nos vayan a decir al felicitarnos aquello de «hasta el jamón y el queso le han salido bien al cocinero».