Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Atípico Jueves Santo  

01/04/2021

Quizá otro año, no en éste, escribiré sobre la belleza del Carro Triunfante y la esplendorosa Custodia que, para deleite de los ojos, luce a plena luz y la devoción que despiertan los desfiles procesionales palentinos bien organizados por sus cofrades pues viven los actos religiosos con emoción y mucha fe, añadiendo perfección y diligencia para que nada falle; no importa el tiempo, ni el cansancio físico, que se olvida. ¡Cuánto amor dignifica y eleva ese afán del que jamás se arrepienten! y, por supuesto, tampoco pregonan. Este año, el segundo ya, nos queda el recuerdo, el arte de sus pasos y, quizá, televisión programe desfiles procesionales de años anteriores que, en cada fecha lo suyo, no debe perderse la tradición heredada de nuestros mayores. 
Jueves Santo, Día del amor fraterno. Busco en noticias recientes gestos de amor. Angustia soportada por migrantes en travesía hacia puerto de salvación y pérdida de vidas. En Detroit, mayoría negra, solo un 13% han recibido vacuna frente al Covid-19. Diez mil comidas diarias se reparten en New York porque la necesidad es acuciante. En Myanmar, ciento diez personas  tiroteadas por la policía, murieron, dice un forense, de un tiro en la cabeza. De cuatro noticias, elegidas al azar, una es positiva en el gesto. Dar con amor. Los libros dan y enseñan. Elijo Cofradías y Hermandades; saber del bueno que nos legó don Santiago Francia. Una de ellas, quizá de las más antiguas, El cuerpo de Dios, aglutinó a fieles devotos del Santísimo Sacramento. Eran más de mil hombres pecheros buenos quienes la formaban. Sus reivindicaciones fueron frecuentes debido a las cargas soportadas: alcabalas e impuestos que los sumían en la miseria. Libres de todo ello estaban los alcaldes, regidores, caballeros y escuderos. Disfrutaban de otras prebendas inalcanzables por el pueblo llano.
Quien manda, manda; el obispo cortó por lo sano: disolución de esa cofradía y de otra, la de San Agustín, de reciente creación. En realidad, fue integrada la primera en la Sacramental de San Lázaro. Se agrandó el castigo: con la venta de la cera de la misma fueron pagados los gastos de la carnecería abierta por la cofradía. Los maravedíes sobrantes se entregaron al mayordomo de la ciudad. Los usó de modo conveniente.