Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


Silencio    

27/03/2021

Antes los llamaban conjuntos. El término en sí mismo se enfundaba el ecléctico uniforme de la polisemia en cada guateque para definir en primera orden a los que daban ritmo a la sesión con sus instrumentos y sus voces haciéndolos sonar conjuntamente. Como conjuntamente la parroquia destrozaba los filis de sus mocasines y las tapas de sus tacones y ponía a prueba las prótesis de sus caderas al ritmo desenfrenado de la música y del albedrío. Todo en su conjunto cuadraba porque se respiraba conjuntamente un objetivo común.
Y saltó a la palestra el pinchadiscos, que proponía canciones sucesivas de los diferentes conjuntos de moda. Cuentan que, en un principio, solía ser el menos agraciado de los asistentes al convite y se le asignaba esa tarea por evitarle el trago de no tener ninguna oferta en firme para mover el esqueleto conjuntamente con él, y que, a la postre, hoy Disc Jockeys o DJ´s, son verdaderas estrellas del firmamento musical urbano en cualquiera de sus diferentes tribus.
Y ambas versiones tienen su aquel. La del arte del directo interpretado por unos y para otros y la de la selección y mezcla de contenidos para que no se deje ni una rendija al descanso de lo bailable.
Y los diferentes locales se devanaban los sesos y los cuartos por ofrecer el evento más atractivo en aras del disfrute de su feligresía fiestera, de la imagen y la reputación del negocio y de un constante abre-cierra de la caja que pagara las facturas y dejara margen para algún capricho. O, simplemente, para ir viviendo.
A alguno, hasta le dio por hablar con unos, y con otros, y poner unos canapés, y una carpa, y luces y altavoces para que sonara mejor y más alto… e hizo de la organización de eventos inimaginables una bonita y creativa manera de ganarse el pan... contando con infinidad de gremios… 
Forman parte de nuestra vida y de nuestra cultura. De nuestro gen más arraigado. De nuestra liberación y de nuestros abrazos. De nuestra felicidad. Y el silencio ensordecedor que ahora inunda las calles hasta inutilizar los tímpanos por el desuso enarbola la bandera del recuerdo y el anhelo para que la música vuelva a sonar. Apoyados en la barra o con el botellín en la mano respirando aire libre musical.
Un recuerdo a tantos, que las están pasando canutas, también.
Y que cumplido el año, siguen sin ayuda alguna con el telón bajado. También.
Volved a sonar, por favor. Os echamos de menos.