Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


Cremar

29/01/2022

Con el agua sucia de lavar los pies hacen las monjitas un rico café. Así reza uno de los hits de campamento que más veces han cantado al pie del fuego antes de acurrucarse dentro del saco de dormir. Según datos de los que apostaban en las barras de bar cuando Google no era ni un proyecto, el Despacito del Fonsi a su lado no goza ni de un ínfimo porcentaje de reproducciones. Pero también es cierto que aunque el dato fuera fiable y certero, la repetición de una falacia no la convierte en verdad, con lo que me niego en rotundo al convencimiento de que esas dulces monjitas elaboraran una ambrosía cafetera con el agua residual de asear los pinreles de la congregación. Como ya hemos comentado en alguna ocasión, el que es cafetero lo es y mucho. Pero el gusto de cada cual es soberano en sí mismo y si la preferencia es disfrutarlo con sacarina, solo, con stevia o azúcar o con leche semidesnatada, de soja o sin lactosa, pues poco más hay que decir. Siempre espetará alguno eso de que el café, para degustarlo, hay que tomarlo solo y sin aderezos. Pero, y si uno lo goza más con leche por la mañana y solo después de comer, y con sacarina, quién le va a quitar su razón. Y es al de con leche al que nos vamos a referir hoy. Les invito a buscar en las redes cibernéticas las maravillas que se pueden realizar con la leche bien cremada. Porque es diferente la crema que la espuma. Porque cuando la lanza de vapor de la cafetera es dirigida con arte y precisión para que la leche aumente de volumen al comenzar a girar e insuflársele con mimo las microburbujas sin que el aire la invada de manera desmesurada y quede uniforme, el café con leche, así sin más, eleva su nivel hasta el deleite de un manjar y la exquisitez te seduce a pie de calle. Parafraseando quincenales anteriores, servirlo a nivel de concurso, una vez que se adquieren la maña y la destreza oportunas con el conocimiento pertinente, requiere de un tiempo más que similar al del agua pútrida de las novicias. Y la diferencia es cum laude.Y se comenta en los corrillos mañaneros «lo bueno que lo hacen no sé dónde».
PD. Si gustan y desean replicarlo en su casa y no disponen de una cafetera profesional, les recomiendo una cafetera de émbolo o francesa para realizar el cremado (o lateado). 

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