Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Amar hasta la muerte

24/09/2020

Hoy quiero hablarles de una palentina de Mazariegos, religiosa de vida muy activa, que pronto cumplirá 50 años en la entrega generosa a Cristo y a los pequeños que cuidó y cuida. Les dedica su vida, con auténtica pasión, en lejanas tierras de Ruanda. Es la misionera María Luisa Martínez. Apenas levantaban un palmo  cuando niños, de la mano de sus madres, llegaron al centro religioso, la casa en la que ella y otra hermana de raza blanca, acompañadas de varias religiosas nativas, se desviven por ayudarles, pues carecen de todo, salvo ganas de vivir y alegría que nace del corazón. Los vio crecer, tener hijos y nietos, y su relación de afecto sigue viva. 
Cuando la guerra entre tribus alcanzó en aquel país tanta crueldad, ella permaneció en su puesto. La entrega incondicional al necesitado es su lema de vida. Atienden en la comunidad a unos 200 niños que acuden desde lejos. Allí pasan todo el día y reciben alimentos y atención necesaria para convertirse en hombres responsables y capaces de ganarse la vida en algún oficio. Parte de la ayuda económica les llega de personas generosas que, desde distintos países, colaboran en su magnífica labor. María Luisa practica lo que dijo Jesús: «Cuanto hacéis a uno de estos pequeñuelos, a mí me lo hacéis». Conoce el dolor y las carencias de todo tipo; las enfermedades y el hambre, son compañeros de camino, pero lucha para poner remedio a tanta injusticia. 
Al jubilarse, y no le falta mucho, ella no volverá a Palencia, quiere seguir allí, donde se sabe necesitada, y que su cuerpo descanse en aquella tierra,  a pesar de que en casa de su hermana Dorita, viuda de Gonzalo Ortega, encontraría descanso y cariño. «Aquella es mi vida. Ellos son mi familia». ¿No sería lógico dedicar un monumento en una plaza, jardín o rotonda para honrar a los cientos de palentinos, hombres y mujeres, que han entregado su vida a los más pobres? Una hermosa escultura de San Benito Menni se colocará en los jardines de la Residencia de las Hermanas Hospitalarias. Su autor, Luis Alonso. No estaría mal que esta idea no cayese en saco roto a pesar de los momentos difíciles que vivimos. Ser agradecidos es de bien nacidos. Un apoyo generoso de las Instituciones a un buen escultor, que los hay, y la obra quedaría plena.