Como le gusta decir a Yolanda Díaz, de esto van las elecciones, todas las elecciones y más las del domingo día 28. Va de obtener el mayor número de votos y, en segunda instancia, de lograr los pactos que sean necesarios para hacerse con el poder.
Siendo esto así va a ocurrir que cuando todos canten victoria, probablemente, todos tengan motivos para hacerlo. Si el PP supera en número de votos al PSOE será, sin duda, un triunfo objetivo de los populares, pero si es el PSOE el que logra alcanzar más pactos de gobernabilidad, aunque sus resultados particulares no sean excelsos, tendrá motivos para la satisfacción.
Los pactos son la segunda instancia de la cita electoral. Primero hay que contar votos y en este punto debe haber absoluta tranquilidad. La conocida compra de votos no debe poner bajo sospecha que el recuento de nuestros votos va a ser limpio, muy limpio. Todos los partidos tienen sus interventores y si algún ciudadano quiere presenciar el recuento solo lo tiene que solicitar al presidente de la mesa. Luego llegarán los pactos con la ventaja de que en esta ocasión no va a haber sorpresas. El PSOE pactará con quienes ha venido pactando durante toda la legislatura y el PP, le guste o no, tendrá que mirar a VOX. Si se dan por buenos los pactos con Bildu, difícil será criticar que el PP lo haga con VOX pese a que lo deseable es que no se dieran ninguna de las dos situaciones.
Las urnas son los mejores aliados de los ciudadanos. Esas cajas transparentes nos dan la oportunidad de sentirnos, de verdad, dueños de la suerte del país. Esta oportunidad no se puede desperdiciar por mucho cansancio que se sienta ante una campaña como la vivida, por mucho escepticismo que haya anidado en nuestro ánimo. Hay que ir a votar para luego poder exigir. Cruzarse de brazos, no acudir a las urnas, en mi humilde opinión, indica un cierto desprecio a la democracia. Hay que votar para que los votos decidan los pactos. Sin votos no hay pactos posibles.
No conozco a nadie, de distintas ideologías, que no esté deseando el silencio de mañana sábado y no conozco a nadie, empezando por los propios políticos, que no espere la jornada del domingo con impaciencia, con esperanza de lograr el mayor éxito posible y con la lógica preocupación de lo que digan las urnas.
El domingo por la noche contaremos votos y esa misma noche y en segunda instancia, en función de los votos, se dibujarán con seguridad los pactos que se fraguarán en los días próximos. Los más inquietos, los más esperanzados y los más preocupados, Sánchez y Feijoo, aunque estas, y conviene no olvidarlo, no sean sus elecciones. La noche del domingo promete.